Seminario Interplanteles Material UnidadDosHUUno
Historia Universal I Material de Apoyo
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aparición de los primeros seres vivos (de una antigüedad
estimada entre los 500 y los 2000 millones de
años), hasta nuestros días. Se trata de un inmenso
proceso de adaptación al medio ambiente, de formación
de nuevas características, convenientes para ella,
o bien de la desaparición o del estancamiento de los
seres que no lo logran.
Es muy discutido actualmente el momento en
que se separa la evolución del ser que se transformará
en hombre de la que continúan experimentando las
especies más cercanamente emparentadas con la
humana; las estimaciones oscilan entre unos cuantos
y 20 a 50 millones de años.
El proceso se inicia probablemente en un tipo de
mono superior, parecido a los antropoides actuales,
con cierta diferenciación entre pies y manos y de vida
predominantemente arbórea. Por algún accidente
climático, de los que se han producido muchos en la
vida de la Tierra, los grandes bosques se espaciaron y
el animal en cuestión tuvo que abandonar las copas
de los árboles para vivir, en gran parte, sobre un suelo
más bien estepario.
Esto lo obligó a modificar muchos de sus hábitos.
Por una parte, el mono, acostumbrado a trepar y
a saltar, es lento al desplazarse en tierra. Como es un
animal grande y de pocas defensas, se encuentra muy
expuesto a los ataques de las fieras. En estas condiciones,
le ofrece muchas ventajas la posición bípeda,
erguida. La parcial especialización entre extremidades
superiores e inferiores se acentúa y permite un
Aprendizaje
El alumno conocerá a grandes rasgos el tránsito de la sociedad humana por las distintas formas
de organización social previas al capitalismo.
Contenidos temáticos
Visión panorámica de las sociedades que antecedieron al feudalismo.
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número trece
I.- Lectura y análisis
— Lee el texto “Los grandes períodods históricos” y subraya con tinta negra aquellas palabras que no conozcas
su significado, con rojo el párrafo ( o párrafos) que consideres de más difícil lectura.
— Elabora un lresúmen de dicho texto rescatando las ideas principales que contiene.
— Vuelve a leer el texto y de acuerdo a tu análisis elabora diez preguntas con sus respuestas correspondientes.
— Realiza un dibujo sencillo de cada uno de los preíodos anteriores al capitalismo.
La comprensión de la historia como actividad intelectual,
como estudio, y también de la historia en su
sentido de desarrollo de la humanidad, exige un
conocimiento mínimo, general, de los principales
hechos y movimientos de la humanidad a través del
tiempo. Ahora bien, es imposible para una persona
asimilar siquiera en forma superficial todo el saber
histórico de hoy; tampoco puede reproducirse en una
parte de un libro, ni en una obra completa, lo que está
contenido en innúmeras publicaciones. La pretensión
de esta segunda parte del presente ensayo es otra:
proporcionar una visión panorámica, extremadamente
sintética, de las grandes líneas del desenvolvimiento
humano, de los grandes sistemas que la humanidad
ha adoptado en el transcurso del tiempo. Para lograr
una más fácil comprensión se usa aquí una división
histórica algo distinta de la recomendada para un
estudio sistemático más detallado, referido a hechos
concretos.
6. LA APARICIÓN DEL HOMBRE
El hombre no ha caído del cielo prácticamente
todos los científicos están hoy de acuerdo en que somos
el resultado de una larga evolución que abarca
desde la formación de la Tierra (hace aproximadamente
cuatro a seis mil millones de años), pasando por la
Juan Brom, Para comprender la historia, México, Editorial Nuestro Tiempo, 1984, páginas 54-79
SEGUNDA PARTE
LOS GRANDES PERÍODOS HISTÓRICOS
Material de Apoyo Historia Universal I
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desplazamiento más rápido; los ojos están a mayor
altura y pueden abarcar una zona más amplia. No es
difícil pensar que este proceso de “enderezamiento”
se ve auxiliado aprovechando una rama, como lo hacen
a veces los antropoides actuales. La mayor diferenciación
en el uso de los pies, para caminar, y de
las manos para sujetar, acentúa y afianza las diferencias
anatómicas entre ambos elementos y los hace
más aptos para cumplir sus funciones específicas. Al
mismo tiempo se desarrollan los centros cerebrales
correspondientes, en una interacción dialéctica en la
que cada paso adelante, por pequeño que sea, facilita
e impulsa los demás.
Mucho después de iniciada la evolución hacia la
posición definidamente bípeda se logran otras conquistas
que significan un dominio cada vez mayor del
medio ambiente y, con él, una creciente posibilidad
de mayor y mas rápido desarrollo. Las más importantes
de esas conquistas son la transformación del bastón
en lanza, la modificación de piedras encontradas
en la naturaleza, para darles una forma más adecuada
a los fines que se pretenden; el uso y, posteriormente,
la forma de mantener y de encender el
fuego; la invención del arco y la flecha, que constituyen
una primera máquina porque transforman la manera
y la velocidad de la aplicación de la energía humana.
Estos adelantos, que no se han citado en su orden
y que se condicionan mutuamente, no hubieran
sido posibles sin un requisito de gran importancia: la
constante comunicación entre los seres humanos, que
les permite transmitir experiencias más allá de la herencia
biológica, de los instintos y también de la simple
imitación. El elemento básico para esta comunicación
es la existencia de una convivencia estable
entre varios seres, de una sociedad. Otro factor, directamente
relacionado con el anterior, es la formación
de un lenguaje superior al de los animales.
Una serie de hallazgos hace aparecer probable
la hipótesis expuesta acerca de la “hominización”, de
la transformación del prehumano en hombre. La búsqueda
de un eslabón perdido” ha sido sustituida desde
hace mucho por el rastreo de múltiples elementos
que han de ligar con claridad entre sí los pocos restos
conocidos que permiten, sin embargo, trazar una línea
evolutiva que muy probablemente sea la verdadera.
Como es lógico, cuanto más se acerca la investigación
al hombre ya propiamente tal, más numerosos
y menos sujetos a controversia son los restos encontrados.
Se considera que desde hace bastante más de
cien mil años (si se acepta como humano, y parece lo
más acertado, también al Zinjantropos, se llega a una
antigüedad de cerca de dos millones de años) existen
seres que indudablemente son humanos (homo faber,
hombre que fabrica instrumentos), y el homo sapiens,
nuestra especie, ya vive en el paleolítico superior, en
la época de Cro-Magnon y de Grimaldi, hace por lo
menos unos 30 000 años.
El elemento central de toda esta evolución es el
trabajo. Trabajo es la elaboración de herramientas, el
mantenimiento del fuego la caza y la pesca, la pintura
rupestre ¿Cómo es posible que una actividad exclusiva
del hombre haya sido la causa de éste mismo?
¿No se usa aquí una argumentación como la de aquel
personaje que, al hundirse en un pantano, se tomó a
sí mismo de la trenza y se alzó, con todo y caballo?
En el fondo, se trata de un desarrollo dialéctico,
de influencias mutuas que se van acentuando constantemente.
De las primeras formas todavía incipientes
de trabajo, que tienen también algunos animales
superiores, se desprende la evolución de ciertas características
que distinguen a los futuros hombres de
otros seres y que van tomando un carácter de trabajo
humano cada vez más específico.
El resultado del trabajo de los hombres no es
sólo la modificación de la naturaleza en un sentido
directamente conveniente a éstos; es también la elaboración
de utensilios. Es más: ésta es precisamente
la característica humana exclusiva del trabajo. La trascendencia
de la fabricación de herramientas es tremenda:
es mucho más fácil y rápido tomar y manejar
una pala, y después un cuchillo, que desarrollar una
mano capaz de cavar y otra que pueda cortar. Los
“órganos artificiales”, los utensilios, pueden modificarse
y sustituirse con gran rapidez, mientras que los naturales
están sujetos a la lenta evolución biológica.
El progreso que puede lograr así el hombre no
está sujeto al ritmo de la naturaleza sino al suyo propio
al humano. Ya se ha señalado que éste sólo puede
darse en sociedad, al hablarse de la indispensable
comunicación. Pero la vida en sociedad trae consigo
la organización y la rápida influencia mutua. Así van
naciendo nuevas necesidades: no sólo las condiciones
del medio ambiente natural hacen desear a las
personas tales o cuales objetos para satisfacer necesidades
físicas, sino también aparecen nuevos anhelos,
propios de la convivencia social que, al provocar
la búsqueda de formas concretas para su satisfacción,
condicionan un avance constante.
Como resumen puede decirse que, a través de
un proceso de millones de años, se desarrolla una
especie que se distingue de los demás seres vivos
por intervenir concientemente en la naturaleza, es decir,
por trabajar, por usar herramientas y poseer un lenguaje
articulado capaz de expresar ideas abstractas.
Tiene la capacidad de llevar a cabo un desarrollo social
y técnico y no sólo biológico.
Historia Universal I Material de Apoyo
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LA COMUNIDAD
PRIMITIVA;
RECOLECTORES Y
CAZADORES
La actividad principal para toda sociedad es la
producción de los bienes necesarios para su subsistencia;
para los primeros hombres, ésta no sólo era la
actividad principal, sino casi la única, y en su sentido
más elemental: la obtención de los medios físicamente
indispensables para la vida. La característica esencial,
en ese tiempo, es la de la recolección: el hombre
todavía no produce propiamente dicho, sino sólo recoge
de la naturaleza lo que en ésta se da espontáneamente,
en cuanto a alimentos se refiere. Tal consideración
es aplicable a cazadores, pescadores y
recolectores: ninguno cría animales, ni cultiva plantas.
La diferencia entre el hombre y los animales consiste
simplemente (pero es mucho) en que éstos, para
cazar o recolectar, sólo pueden valerse de sus órganos
naturales, mientras que el hombre dispone ya,
desde que es tal, de utensilios elaborados expresa y
concientemente.
Hay, pues, una sumisión del hombre a la naturaleza,
que sólo en escasa medida se distingue de la
que caracteriza a los animales. Las consecuencias de
esta situación son múltiples, y de la mayor importancia.
Entre las primeras destaca la absoluta necesidad
de la organización social. Ya se ha mencionado
que los utensilios exigen la convivencia organizada,
estable, ya que la transmisión de las técnicas correspondientes
a su elaboración y uso no se realiza por
herencia biológica, sino por medio la enseñanza. Pero
también la propia cacería y la recolección requieren la
existencias de núcleos organizados. El resultado de
las actividades mencionadas es sumamente aleatorio;
si no se mantiene cierto fondo común, que permita
sobrevivir a los individuos en periodos de escaso
buen éxito, es sumamente difícil su subsistencia y el
que dispongan tiempo necesario para la elaboración
de herramientas. Además, la cacería de animales grandes,
conocida ya en la época del paleolítico, cuando
aparecen precisamente los primeros homo sapiens
indiscutibles, los de Cro-Magnón y Grimaldi, sólo es
posible mediante la colaboración organizada de grupos
relativamente numerosos. Hay claros indicios de
esto en la forma de atrapar al mamut, y también en la
cacería de caballos.
De acuerdo con todo lo que se ha podido investigar
acerca del periodo en cuestión, sólo hay en él una
división muy elemental del trabajo. En principio, todos
los hombres hacen de todo, y la única especialización
es la impuesta por la edad y el sexo. Los hombres
son, generalmente, los cazadores, mientras las
mujeres se dedican preferentemente a la recolección.
Hay otra consecuencia fundamental de la recolección,
en su sentido amplio de recolección de vegetales,
cacería y pesca. Su producto es sumamente
escaso y apenas alcanza en general, para la subsistencia
del grupo mismo. (Esto llega a veces al grado
de que resulta conveniente, o indispensable, matar o
dejar expósitos a los anciano y a los enfermos, a los
que ya no pueden contribuir a las actividades generales
del núcleo humano) Se produce así, por necesidad
absoluta, una igualdad en la miseria, un reparto
de todo el producto para asegurar la supervivencia,
en nivel mínimo de los integrantes del grupo.
Esto no debe entenderse en el sentido de que
se efectúa un reparto igualitario, de dar exactamente
lo mismo a cada uno de los miembros del grupo, ni
tampoco de que todo es paz y armonía en el seno de
éste. Es evidente que no es útil ni posible dar la misma
ración de mamut al lactante que al adulto; la costumbre
de pueblos primitivos actuales, en una situación
parecida a la que se analiza, suele ser la de recompensar
de alguna manera a la persona que tuvo
el mérito principal al cobrar la pieza (dándole, por ejemplo,
el corazón de ésta), y por el estilo debe haber
sucedido entre los primitivos antiguos. Por otra parte,
el reparto igualitario, es decir, de acuerdo con las necesidades
elementales de cada quien, no excluye los
conflictos individuales, sobre todo en momentos en
que aumenta o disminuye en forma considerable lo
disponible para repartirse. A pesar de ello, el interés y
la fuerza de la colectividad deben haber sido siempre
muy superiores a los de algún individuo disidente.
En todo esto destaca otro hecho fundamental;
no hay propietarios ni desposeídos, en el sentido en
que aparecen estos grupos posteriormente. En muchos
casos el individuo es dueño de sus armas y de
otros elementos (y hasta se le llega a enterrar con
ellos), pero no hay quien no los elabore y posea; su
posesión no implica ventajas de unos hombres sobre
otros. El hecho de la ausencia fundamental de un excedente
económico impide la apropiación por unos de
lo producido por otros, la explotación, y esta imposibilidad
subsiste también en los casos de una abundancia
ocasional mayor, debido a la organización del grupo
y a la igualdad en la posesión de los medios de
producción.
Lo mismo puede verse en otro aspecto. Ningún
sentido tiene decir “el bisonte es mío”, si yo no puedo
ejercer dominio sobre él; sólo puede ser nuestro, ya
que únicamente el grupo está en condiciones de aprovecharlo.
Así, simultáneamente con la, ausencia, de
la propiedad personal hay con frecuencia una clara
definición del territorio perteneciente a un grupo social,
sea clan, tribu u otra formación semejante.
¿Qué organización de gobierno corresponde a la
Material de Apoyo Historia Universal I
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situación descrita? Su examen, y la información que
poseemos, coinciden en señalar que debe tratarse de
una forma colectiva. No existen grupos opuestos entre
sí en el seno de cada núcleo; sólo puede haber
oposición entre unas tribus o clanes y otros, y entre
individuos; pero los intereses de la comunidad son
únicos. A esto corresponde una inexistencia de Estado
en el sentido, actual de la palabra, de una organización
en que un sector ejerce el mando permanente
y estable sobre otro u otros. Los problemas por resolver
son sencillos, conocidos por todos; no se requiere
una especialización en tareas gubernamentales. La
organización que se establece de acuerdo con ello
puede asumir distintas forma según las necesidades
concretas del grupo. Abarca desde la colaboración
espontánea, la designación temporal de un jefe para
una acción determinada, el Consejo de Ancianos al
que tienen acceso todos los integrantes del grupo con
edad suficiente y que gocen de prestigio general, hasta
la decisión adoptada por la reunión de todos los
miembros del mismo. Lo que no habrá, porque no hay
ni razón ni posibilidad para ello, será un grupo estable
con poder para imponerse sobre los demás.
La organización de la familia en aquella época
se discute mucho actualmente. Diferentes autores
aceptan la idea de que existieron matrimonios por grupo,
en que varios hombres son, de derecho aunque
no siempre de hecho, maridos de varias mujeres; las
formas son múltiples y muy complejas, desde la posible
horda promiscua, sin ninguna reglamentación
sexual, y los grupos observados entre ciertos aborígenes
australianos, cuyos miembros tienen derechos y
deberes sexuales con todos los que pertenecen a los
demás grupos (o alguno de éstos) hasta distintas formas
de relaciones monogámicas temporales. En estas
formaciones aparecen frecuentemente las descendencias
matrilineales en que, los hijos pertenecen al
clan de la madre; esto da lugar, en muchos casos, a
un predominio femenil que se ha caracterizado como
matriarcado. La secuencia señalada por Morgan en
su Ansíen Society, recogida por Engels en su clásica
obra El origen de la familia, de la propiedad privada
y del Estado (horda promiscua, familias consanguíneas
—entre hermanos—, familia punalúa —grupos
de hombres, esposos de grupos de mujeres, que
no pueden ser hermanas de sus esposos, con descendencia
matrilineal—, matrimonio sindiásmico —
monogámico a tiempo, fácilmente disoluble—,
monogámico oficial —pretendidamente efectivo para
la mujer—) se considera hoy, por muchos autores, como
una generalización excesiva de determinadas relaciones
parciales, pero al mismo tiempo no se descarta la
idea general contenida en la hipótesis del famoso compañero
de Marx.
El pensamiento religioso de la época, hasta donde
podemos reconstruirlo, se caracteriza por el temor a
lo desconocido, por el uso de la magia para dominar a
la naturaleza; a pesar de sus múltiples elementos objetivamente
falsos, no deja de jugar también un papel
de impulso al progreso:
facilita el pensamiento abstracto, y con ello sienta
las bases para generalizaciones que, muchas veces
hasta tiempo después, permitirán una profundización
en la realidad del mundo, al combinarse con observaciones
de mayor objetividad.
LA COMUNIDAD
PRIMITIVA; LAS
PRIMERAS DIVISIONES
SOCIALES DEL TRABAJO
La característica de la primera sociedad humana
que conocemos es la recolección; el hombre sólo toma
de la naturaleza lo que ésta espontáneamente ha producido.
Pero en una transformación muy profunda,
cuya importancia, si acaso, sólo es superada por el
actual paso a la economía cibernética, el humano franquea
otro límite que lo ha de distinguir del reino animal:
se convierte de recolector en productor, aprende
a modificar seres vivos en su beneficio.
Los antecedentes de este avance son muy remotos;
de hecho, incluyen y requieren toda la evolución
anterior del género humano. En forma más concreta,
el primer paso aún muy lejano del resultado
que ha de producirse, es el dominio del fuego. Éste
es un ser “vivo” que hay que ‘’alimentar”, que se puede
“reproducir” y también morir. Su cuidado permite la
adquisición de costumbres y conocimientos que después
tendrán una gran aplicación, además de que el
fuego proporciona muchas ventajas directas a sus
poseedores: protección, calor, posibilidad de aprovechar
nuevos alimentos.
Un segundo adelanto en la misma dirección es
la domesticación del perro, guardián del hogar y acompañante
de caza, de aproximadamente 25 000 años
de antigüedad. Sus consecuencias son casi las mismas
señaladas para el fuego, pero ahora no se trata
de un ser que parece vivo, sino de uno que lo es.
Tiempo después, posiblemente antes de las agricultura,
se inventa la alfarería, el arte de dar la forma
conveniente al barro y convertirlo en “piedra” mediante
la cocción.
Pero la transformación decisiva, la que ha de
modificar toda la vida del hombre, es el invento y descubrimiento
(las dos cosas a la vez) de la agricultura y
de la ganadería. Sus inicios datan probablemente de
unos 15 000 años, o de mucho más tiempo, según
algunos investigadores, pero sólo en el cuarto milenio
antes de nuestra era llegan a ser la base de la vida de
los pueblos más adelantados de la época.
El surgimiento y el desarrollo de estas actividaHistoria
Universal I Material de Apoyo
51
des no está localizado en una región; aparecen y se
perfeccionan en forma independiente en distintas partes
del mundo (por lo menos, en el Continente Americano
por un lado, y en el “Viejo Mundo” por el otro).
Se discute actualmente acerca de la independencia
entre los distintos focos de las actividades mencionadas,
en cada una de estas dos grandes regiones.
Es ociosa, en este contexto, la discusión acerca
de la mayor antigüedad de una u otra de las dos actividades
señaladas. Según parece, la agricultura es
una aportación de las mujeres a la sociedad, ya que
es, sin duda, un derivado de la recolección. La, ganadería,
en cambio, proveniente de la cacería, es seguramente
debida a los hombres. Ambas especialidades
se combinan en muchos casos, ya que el ganado
proporciona fertilizante y energía para cultivar el campo
y éste, además de dar alimento al hombre, lo proporciona
también a los animales domésticos.
No en todos los casos ocurre la combinación directa
entre la agricultura y la ganadería; muchos pueblos
se dedican a una de estas actividades y se establece,
por consecuencia, el intercambio entre ellos. Al
mismo tiempo se desarrollan otras especializaciones,
como la alfarería más avanzada y ya a cargo de profesionales,
la metalurgia del cobre, y después del bronce
y de otros metales, el tejido que rebasa al primitivo
anterior, y otras más. Todo esto da lugar a la aparición
de una división social del trabajo, basada en la especialización
permanente de actividades y ya no ligada
al sexo y a la edad.
También el pensamiento religioso sufre una modificación
importante. Al dominar ciertos aspectos de
la naturaleza, el hombre ya no se siente tan impotente,
tan perdido. De acuerdo con las nuevas actividades
fundamentales, en vez de adorar sobre todo a
elementos relacionados con la caza y la recolección,
con los fenómenos naturales en general, toma por
dioses a las fuerzas que influyen directamente en la
agricultura y en la ganadería: la tierra, el sol, las lluvias,
etcétera.
Las nuevas actividades, y sobre todo la agricultura,
traen consigo un abandono del nomadismo. No
hay que entender esto en el sentido de una
sedentarización total: muchos pueblos cultivan temporalmente
ciertas tierras y, una vez agotada su fertilidad,
se desplazan a otras regiones. Sin embargo, es
indudable la tendencia general a permanecer por periodos
prolongados en una misma parte, a levantar
construcciones de tipo duradero (casas, templos, obras
de riego, etc.) y, lo que tiene una gran importancia
para las futuras modificaciones de la sociedad, a fijar
con mucho mayor precisión los limites territoriales.
En gran parte, los campos de labor (y en mucho mayor
escala todavía los de monte y de pastoreo) siguen
siendo propiedad colectiva; pero ésta misma se distingue
de manera mucho más clara que antes de la
que pertenece a otros grupos sociales, y también aparecen
formas individuales de propiedad, más o menos
limitadas su ejercicio y en el tiempo, que son un
antecedente y una base para la plena propiedad privada
sobre la tierra. La agricultura produce un doble
resultado: por una parte limita la sumisión del pequeño
núcleo familiar respecto al grupo mayor, ya que la
tierra puede ser cultivada convenientemente por un
reducido número de personas; pero por otra parte
incrementa el dominio de la colectividad sobre el individuo
donde hay obras de riego u otros servicios de
control colectivo de cuya acción dependa el agricultor
particular.
Las consecuencias del paso de la recolección a
la producción no se reducen a las enumeradas. Si en
aquélla no había ningún excedente económico, ahora
sí se produce éste. Ya es posible alimentar permanentemente
a más personas de las que integran el
grupo productor propiamente dicho: ya puede existir
la explotación de unos hombres por otros. Si antes al
enemigo vencido sólo se le podía matar (y comer, en
dado caso) o expulsar de la región, ya que al ponerlo
a trabajar para el vencedor hubiera consumido de hecho
todo lo producido, ahora se le puede privar de sus
armas, dejarle, de lo que produce, lo suficiente para
que viva y tenga y forme sus hijos, y quitarle el excedente.
Durante varios siglos subsiste la comunidad primitiva
ya productora, pero en su seno se forman cada
vez más elementos que la van descomponiendo, que
van destruyendo antigua igualdad.
Las ciudades. Durante varios miles de años la
sociedad humana, en sus grupos más avanzados, pasa
de ser recolectora a productora. El cultivo de plantas
y la cría de animales, que al principio sólo desempeñan
un papel secundario, llegan a ser determinantes.
Uno de los resultados mas importantes de esta transformación,
que a su vez confirmará y acelerará las
otras consecuencias de la misma, es la aparición de
las ciudades, que tiene lugar en el tercer milenio antes
de nuestra era.
La ciudad no es simplemente una “población
importante”, como se la considera con frecuencia: es
un Centro de actividades especializadas, que ya no
son desempeñadas por los agricultores y los pastores
fuera de sus ocupaciones básicas; en ella se expresa
una nueva, segunda división social del trabajo; su población
se integra, en lo fundamental, por personas
dedicadas a las artesanías, al culto, al comercio y al
gobierno.
Las ciudades pronto llegan a ser los principales
núcleos de la cultura y del progreso; en ellas se concentra
la mayor parte del producto social no indispensable
para alimentar a los productores directos, y se
hace posible así la vida de grupos humanos dedicados
al arte, a las ciencias, a la meditación. CiertaMaterial
de Apoyo Historia Universal I
52
mente son también, con frecuencia, los centros del
ocio y del derroche.
Muchas ciudades llegan a tener relaciones con
zonas muy lejanas (la antigua Troya comercia no sólo
con una extensa región del Asia Menor, sino también
con ciudades costeras del mar Negro y con gran parte
de la cuenca del Danubio). Esto permite a sus habitantes
adquirir una más amplía visión del mundo de
la que pueden tener los campesinos; les es posible
conocer distintos hechos, diversas interpretaciones del
universo, comparar técnicas disímiles y sistemas de
trabajo diferentes. Todo esto da por resultado una aceleración
del progreso, un desarrollo más rápido que
en las regiones rurales.
No toda la población de las ciudades goza de
las ventajas que se han señalado. En ellas, más pronto
que en el campo, se producen grandes diferenciaciones
sociales, con núcleo poseedores y dominantes
y otros que no tienen propiedad y que no intervienen
en el gobierno de sus comunidades. Pero no sólo en
esta forma se manifiesta la contradicción propia de
un largo período histórico, en el que el progreso de
unos se realiza a costa de otros. Lo mismo se expresa
en la relación entre la ciudad y el campo. Generalmente
(con excepción del período feudal) domina aquélla,
priva a éste de muchos de los productos que elabora,
y también de una importante proporción de sus
recursos humanos más valiosos. Desde hace cinco
mil años la contradicción entre la ciudad y el campo
es un factor importante de la historia.
El “MODO ASIATICO” DE
PRODUCCIÓN
La posibilidad de explotación que se abre con la
agricultura y la ganadería se realiza en distintas formas,
de acuerdo con las condiciones concretas de
cada caso. Una de las estructuras más generalizadas,
de una vasta gama de formas específicas, es la
que Marx llamó “modo asiático de producción”, que
se ha podido identificar también en muchas otras regiones
del mundo. Por cierto, Marx y Engels no profundizaron
este descubrimiento, que sólo recientemente
ha vuelto a ser discutido por los seguidores de los
pensadores mencionados; unos opinan que se trata
de una de las grandes formas de organización de la
humanidad, mientras que otros sólo le reconocen un
carácter de transición. Partidarios de otras tendencias
han investigado también esta estructura, llamándola
a veces “civilización de los ríos” o civilización del riego”.
Hasta ahora ninguno de los nombres que se le
han dado parece adecuado, ya que no caracteriza suficientemente
a esta organización social. Sin embargo,
se ha impuesto sobre todo el de “modo asiático
de producción”, a pesar de que, como se dice, no se
reduce a aquel continente.
El sistema en cuestión se caracteriza por la existencia
de aldeas autosuficientes cuyos integrantes son
dueños, colectivamente, de sus instrumentos, y sobre
todo de sus tierras de labor. No es muy importante
aquí el que los campos sean cultivados colectivamente,
como sucede en algunos casos, o se entreguen en
parcelas individuales, como se acostumbra en otras
ocasiones. También se dan, como entre los aztecas,
situaciones mixtas en que cada persona tiene derecho
a laborar su tierra y a disfrutar de su producto
(pero no a enajenarla), y las necesidades colectivas
son satisfechas con el trabajo común de todos, aplicado
en parcelas destinadas a estos fines (tecpantlalli
—tierra del palacio—, teopantlali —tierra de la casa
del dios, del templo—, milchimalli —tierra de la guerra,
para el sostenimiento de los guerreros). Lo decisivo
es que no existen campesinos privados de tierra
que cultivar o de instrumentos para hacerlo, que serían
entonces una especie de siervos, peones o asalariados.
Estas comunidades entregan, colectivamente,
determinada cantidad de bienes o también de trabajo
a otro sector social, con lo que se constituye una verdadera
explotación que no está basada en la propiedad
de unos y la falta de tal propiedad en otros.
¿ Cómo se origina esta situación y cuáles son
sus consecuencias? Sabemos muy poco acerca de
ello, y sólo cabe citar aquí algunas hipótesis y algunos
casos concretos, sin pretender llegar a una generalización
ya bien establecida, mas allá de los pocos
elementos que se han señalado.
En ciertos casos, como en los valles de varios
grandes ríos, puede haber sido el resultado de la necesidad
de aprovechar éstos en una escala superior a
la alcanzable por la aldea aislada. El resultado sería
la unión de varios poblados (unión que, probablemente,
era más bien impuesta por la fuerza que por la
acción de un espíritu “cooperativista”, ajeno a los antecedentes
de la situación), para controlar las aguas
del río. Esto exige la labor de un cuerpo de técnicos
especializados, y también de administradores. En el
valle del Nilo, por ejemplo, las inundaciones periódicas,
que fertilizan la tierra y la riegan, borran también
las divisorias entre los campos, y se requiere una administración
que registre estos limites y sea capaz de
indicarlos una vez que se hayan retirado las aguas.
Otra fuente de la necesidad de constituir un organismo
que abarque a varias aldeas puede ser la urgencia
de defender las tierras fértiles, bien irrigadas y organizadas,
de las asechanzas de los pueblos de zonas
desérticas cercanas.
En ambos casos es fácil imaginar que una forma
que originalmente es una división del trabajo beneficiosa
para todos los participantes pronto da lugar a la
constitución de un grupo privilegiado. Éste, que no
está directamente Iigado a las comunidades de alHistoria
Universal I Material de Apoyo
53
deas, tiene mucha facilidad para perpetuarse y transformarse
en una verdadera casta que no sólo desempeña
una función de interés general sino que tiene ya
fuertes elementos de explotación y hasta de parasitismo.
Esto último se puede notar claramente, por ejemplo,
en el gran lujo de los faraones, de los reyes
mesopotámicos y de otros funcionarios del mismo tipo.
También la guerra es uno de los elementos creadores
de la situación que se analiza. Varios ejemplos
permitirán explicar esta afirmación. Uno de los pueblos
sometidos por los aztecas, los chalcas, tenía la
obligación de enviar a la ciudad de sus señores un
determinado número de trabajadores, cuyo mantenimiento
corría a cargo de la comunidad sujeta. En el
caso de los pueblos más alejados, la explotación se
realizaba en otra forma: además del tributo que tenían
que enviar, estaban obligados a cultivar determinados
campos, cuyos productos servían para el sostenimiento
de la guarnición azteca, o también del ejército
de este pueblo cuando pasaba por la región.
Los dos casos que se acaban de relatar tienen
en común con los anteriormente citados el que un
grupo dominante explota colectivamente a un grupo
dominado. Situaciones semejantes se encuentran entre
los incas del Perú, y también hay una notoria reminiscencia
de la misma organización en Esparta.
El sistema señalado generalmente no se da en
forma pura. En el caso de los aztecas, por ejemplo,
convive la propiedad colectiva, de dominadores o de
dominados, con la individual de los pilli, los señores,
y también con la de los pochteca, los comerciantes.
La participación de elementos tan diversos en las distintas
sociedades del tipo que se examina, ajenos a
lo característico de la estructura, dificulta su estudio y
ha provocado la discusión de si se trata de un sistema
propiamente dicho o simplemente de una fase de transición.
En nuestra opinión, lo señalado da pie para
considerar el modo asiático de producción como uno
de los grandes sistemas dc organización
económicosocial de la historia humana.
En muchos casos la forma social que se está
examinando es extraordinariamente estable. La aldea
autosuficiente, que produce prácticamente todo lo que
va a consumir y que entrega un tributo, en alguna
forma, a un organismo superior, se conserva por mucho
tiempo en varias partes. Así sucede en la India
hasta el siglo pasado. La razón de este escaso dinamismo
estriba probablemente en el equilibrio interno
que alcanza la pequeña comunidad, que la hace poco
necesitada de cambios.
Sin embargo este fenómeno no impide que en
muchos casos se dé paso a una estructura social más
dinámica, o que ambas convivan. Esto sucede no sólo
en la forma que se ha ejemplificado antes; en la India
precisamente, donde Marx señaló primero la existencia
del modo asiático de producción, junto con éste
se había desarrollado antes de la dominación inglesa
un amplio sistema manufacturero, que fue destruido
por la intervención de los colonizadores.
LA ANTIGÜEDAD
ESCLAVISTA
Del siglo v antes al v después de Cristo florece
el régimen esclavista. El período es uno de los más
interesantes y estudiados tradicionalmente de toda la
historia humana; abarca la llamada antigüedad clásica,
con las altas culturas griega y romana.
Los antecedentes son muy remotos. Ya el paleolítico
superior había podido disponer, en ciertas
épocas, del excedente suficiente para alimentar a algunos
grupos que no participaban directamente en la
producción; los autores de las pinturas rupestres fueron,
sin duda, artistas profesionales no pueden haberse
dedicado a la caza ni a la recolección. Para nuestra
mentalidad se trataría de un primer inicio, todavía
muy débil, de grupos explotadores, aunque sería más
apropiado considerarlos encargados de prestar un servicio
social. como los artistas actuales. Pronto desaparecen,
al disminuir la cantidad de bienes disponibles
para el sostenimiento de los núcleos humanos.
La posibilidad de la formación, en firme, de grupos
explotadores, de una sociedad dividida en quienes
producen y quienes disfrutan sin producir, aparece
con la agricultura y la ganadería. Varios elementos
confluyen para destruir la comunidad primitiva, ya sea
en forma directa ya sea a través de la organización
que hemos mencionado en el capítulo anterior, el modo
asiático de producción.
Uno de estos elementos es la guerra. El resultado
de una victoria no es solamente la sujeción de un
grupo por otro, sino también la creación y la acentuación
de diferencias en el grupo vencedor (puede darse
el mismo resultado también en el grupo vencido). Un
ejemplo claro es constituido por los aztecas, cuya antigua
igualdad interna deja el lugar a una clara división,
en el curso de apenas dos siglos. Muchas veces
—y lo ejemplifican aztecas y romanos— las tierras
conquistadas no son puestas a disposición del pueblo
vencedor (o no lo son en su totalidad) sino, de hecho
y a veces también de derecho, se transforman en propiedad
privada de determinados militares vencedores
distinguidos. En el caso del pueblo azteca, como ya
se ha señalado en el capitulo anterior, este proceso
no llega a la destrucción de una formación colectiva,
pero parecía tender a ella. En Grecia y en Roma se
llega al predominio decidido de formas privadas de
propiedad sobre las colectivas.
Otro factor destructivo de la comunidad primitiva
es constituido por el comercio. En la antigua
Mesopotamia, entre los aztecas, en el delta del Nilo y
en muchas otras partes se puede rastrear la actividad
Material de Apoyo Historia Universal I
54
de los comerciantes, sobre todo de los que ponen en
contacto regiones alejadas entre sí. Su profesión los
aleja forzosamente de la tribu a la que pertenecen, y
favorece la constitución de riquezas ajena a esta.
Muchas veces actúan en combinación con los guerreros,
lo que puede reforzar aún más los efectos de su
actuación.
También los dioses desempeñan un importante
papel en la individualización de la propiedad. Los sellos,
que tienen la utilidad de marcar como tabúes,
como prohibidos para los demás ciertos bienes, reservan
para el dios, es decir, para sus sacerdotes., animales,
tierras e instrumentos.
La consecuencia de todo este proceso es la disolución
de la antigua comunidad igualitaria; ya hay
quienes poseen riquezas que sirven para engendrar
más riquezas, y quienes están desprovistos hasta de
los elementos necesarios para trabajar. Esto no se
refiere sólo a la tierra (fundamentalmente a la de labor,
ya que la de pastoreo y de monte suele seguir
siendo comunal por mucho más tiempo), sino también
al ganado y a los propios hombres. En muchos
casos el prisionero de guerra se transforma en esclavo,
en propiedad plena de su captor.
En esta situación nace también el Estado, en su
sentido actual. Ya no existe la antigua comunidad,
con su identidad básica de intereses; los distintos grupos
que forman la sociedad, considerablemente ampliada
en relación con la anterior, tienen formas de
vida, anhelos e intereses diferentes, muchas veces
opuestos entre sí. Por ello se necesita un órgano “superior”,
que pueda evitar que el pueblo mismo se destruya
en la lucha de sus componentes. Tal órgano es
el Estado, que dispone de elementos de fuerza no
identificados con las masas de población y que puede
así hacer prevalecer los intereses colectivos sobre los
de algún sector en particular. Se plantea, por supuesto,
la cuestión de cuáles son los intereses colectivos
en una sociedad de elementos opuestos entre sí: son,
siempre, o por lo menos se toman por tales, los de la
clase dominante.
Esta afirmación general no se invalida por las
distintas formas que toma el Estado, ni tampoco por
pretendidas excepciones. El Código de Hamurabí,
dado por Shamash, dios del sol y de la justicia, al
gobernante soberano de un vasto imperio, protege más
al rico contra el pobre que a este último: protege la
propiedad de los ricos, protege a éstos en sus intereses
fundamentales, al defenderlos contra la posibilidad
de una sublevación de los esclavos que no habría
encontrado mucha resistencia de parte de hombres
libres a punto de caer en la esclavitud por deudas. El
Estado democrático de Atenas excluye de sus votantes
a la mayoría de la población: esclavos y extranjeros.
La República de Platón, a pesar de sus reminiscencias
comunales, establece con toda claridad tres
clases, dos de las cuales están excluidas de toda intervención
decisiva en el gobierno. Aristóteles exige
la superioridad de la ley respecto de la asamblea popular
para evitar que ésta, constituida en su mayoría
por pobres, pueda atentar contra la propiedad de los
ricos. También los comicios romanos dan preponderancia
a los pocos propietarios sobre los muchos desposeídos,
y con mayor razón sobre los esclavos, que
no tienen participación alguna en las decisiones.
Junto con esta evolución se efectúa y afianza la
transformación de la familia: se vuelve patrilineal, predomina
el hombre sobre la mujer, se asegura la herencia
de padre a hijo.
Esto corresponde a la mayor importancia de la
guerra como fuente de riqueza y de la posesión masculina,
en general, de los bienes decisivos, capaces
de facilitar a sus dueños un aumento constante de su
riqueza.
Durante mucho tiempo, por milenios, rigen estructuras
propias del modo asiático de producción, o
mixtas, en las que conviven formas comunales con
esclavistas y con otras que recuerdan más bien al
posterior feudalismo. En los grandes imperios de
Oriente suelen encontrarse esclavos, pero estos no
constituyen la base de la economía; más bien predominan
los campesinos semilibres sujetos a tributo, y
explotaciones de otro tipo.
La evolución culmina en los estados esclavistas
griegos y romanos. Ahí se encuentra ya una sociedad
claramente estructurada en clases sociales, que descansa
en la esclavitud. Sí no la mayor parte, sí el
sector decisivo de la producción es atendido por esclavos,
sobre cuyo trabajo se levanta toda la estupenda
supraestructura de la Antigüedad clásica. En este
mismo hecho se encuentra también la contradicción
dialéctica, trágica de la época: el gran florecimiento
de la Antigüedad sólo fue posible gracias a la degradación,
a la explotación más despiadada y a la
deshumanización más atroz del sector productivo de
esta comunidad, de los esclavos y de otros trabajadores.
Sin embargo, ¡qué florecimiento! Se desarrollan
las artes, se hacen grandes construcciones, se unen
numerosos pueblos y la investigación humana se atreve,
por primera vez, a desprenderse de las muletas
del mito y enfrentarse a la realidad del mundo. Para
un largo periodo histórico se sientan las bases de la
organización social, que se expresan en el derecho
romano, en las normas de la filosofía y de la estética
griegas, en muchos elementos del pensamiento científico
incipiente.
Pero el trabajo esclavo no es muy productivo.
Mientras hay una constante afluencia de nueva fuerza
de trabajo, poco importa su escaso rendimiento;
mas el fin del período de las grandes guerras de conquista
romanas hace escasear la oferta de esclavos;
Historia Universal I Material de Apoyo
55
su trabajo resulta poco conveniente, dada su reducida
productividad, frente a la labor de quien cuenta con
incentivos propios para usar en la mejor forma el arado
de hierro v los sistemas de riego. Poco a poco, a
partir del siglo III d. C., el esclavo clásico se ve sustituido
por el colono, quien dispone de una parte de su
producto y, por ello, está interesado en que éste sea
lo más grande posible.
El proceso de decadencia se desarrolla en la
interacción dialéctica de sus elementos: la extensión
de la esclavitud destruye a los pequeños campesinos,
base de la expansión militar (siglos II y I a. C.) ; las
rebeliones de los esclavos disminuyen la ganancia que
se obtiene de ellos; el cristianismo, reflejo de la crisis
del mundo esclavista, fortalece formas más
individualistas de responsabilidad y de trabajo. El sistema
esclavista ha dado todo lo que podía, y debe ser
sustituido por otro, más capaz de enfrentarse a la nueva
situación.
EL REGIMEN FEUDAL
El feudalismo es el régimen característico de la
Edad Media europea. Su importancia ahí radica en
que constituye la forma de la que nacerá el sistema
predominante en la mayor parte del mundo, el capitalista;
en otras regiones, el feudalismo, con características
muy semejante a las del europeo, tiene una estabilidad
mucho mayor.
En Europa, el sistema anterior, el esclavista romano,
había sido roto por las invasiones de los bárbaros.
una vez que sus contradicciones internas lo habían
debilitado en su raíz. No sólo los germanos realizan
la obra destructiva: el rompimiento del mundo
mediterráneo y de su comercio se ve completado por
las conquistas árabes, que cierran este importante mar
a la navegación de los europeos, y por ataques de los
normandos, que refuerzan la misma tendencia a la
“continentalización”, a la renuncia forzada al mar y,
con ello y con la inseguridad general, a la paralización
casi total del comercio y de los contactos a larga distancia.
Esta situación no significa, de ninguna manera,
la aniquilación de toda la cultura humana. No son afectadas
por ella la India ni China (las que, por cierto, no
dejan de ejercer alguna influencia en la Europa medieval,
transmitida a través de los árabes y de los
mongoles). Muy importe es la extensa área musulmana,
organizada en los siglos VIII y IX en un imperio, y
fragmentada después; sus centros principales son
Bagdad y Córdoba. Hay en esta zona un intenso comercio
y una gran actividad artesanal, así como un
importante desarrollo de la cultura, que incluye el
mantenimiento de la herencia griega, retransmitida
posteriormente a su continente de origen.
Conquistas, inseguridad y cierre de las rutas comerciales
producen en Europa un resultado común,
por dos vías: desde “arriba” se reparte el mundo en
parcelas, como feudos encargados por los reyes conquistadores
a sus leales capitanes; desde “abajo”, al
agruparse los campesinos alrededor de un señor que
los puede proteger. El escaso comercio permite la consolidación
de un poder sumamente disperso, con una
ausencia casi total de gobierno central.
Otra transformación importante se produce con
el hundimiento del mundo antiguo: el trabajo, que había
llegado a ser una ocupación indigna del hombre
libre en los tiempos del esclavismo, pierde este carácter
y se establece, por lo menos en este sentido,
cierta democratización, y con ella mayor fluidez en la
sociedad.
Todo esto da lugar al establecimiento y consolidación
de dos aspectos de organización social estrechamente
ligados entre sí: el feudo y la servidumbre.
El primero es una porción de tierra entregada oficialmente
en préstamo a un señor (de hecho, los feudos
generalmente son propiedad familiar plenamente hereditaria),
que ejerce una soberanía más o menos
amplia sobre ella. La servidumbre es la base de todo
el sistema, y se impone aquí un examen algo más
detallado de ella.
Se encuentran en la servidumbre muchos rasgos
que ya habían caracterizado al colonato, lo que
demuestra que no se trata de una formación casual,
sino del resultado lógico de las necesidades sociales.
El siervo, al igual que el colono, no es un hombre
libre; pero tampoco es un esclavo. Tiene normalmente
derecho a cultivar cierta tierra pero no puede abandonarla
a su arbitrio. Una parte de su producto le pertenece,
pero tiene obligación de entregar determinado
porcentaje a su amo.
Es evidente que en las líneas anteriores sólo se
ha señalado la forma básica de la servidumbre; en la
práctica, este sistema adopta modalidades muy variadas.
Hay campesinos casi libres, que sólo tienen
que entregar tributos muy escasos, otros que están
sujetos a una dominación mayor, y los que están ligados
a la tierra sin poder abandonarla. Pero en todos
los casos el siervo no llega a ser propiedad personal
de su amo y, por otra parte, se ve obligado a entregar
a éste un tributo, no por lo que recibe del señor, que
es sólo cierta protección, sino por la posición social
que tiene dicho señor feudal.
El tributo se presenta en tres formas diferentes:
en trabajo, en especie y en efectivo. El tributo en trabajo
consiste en las labores que el siervo tiene que
realizar en provecho del señor feudal en los campos,
caminos, molinos y otras pertenencias de éste. Además
de esto, que suele obligar al campesino durante
varios días de la semana, éste es obligado a entregar
determinados bienes al señor. que pueden consistir
en un porcentaje de la cosecha o en cantidades fijas,
en ocasiones específicas. Por último, y sobre todo
Material de Apoyo Historia Universal I
56
cuando ya se ha vuelto a fortalecer el intercambio
mercantil, muchas veces el campesino debe entregar
ciertas cantidad en metálico, lo que lo obliga a vender
algunos productos y debilita el aislamiento feudal. En
todos los casos el siervo vive de lo que puede producir
en su parcela, por encima de lo que debe entregar
y en el tiempo que le dejan libre sus obligaciones
serviles.
También entre los señores feudales hay muchas
categorías distintas, más acentuadas que entre los
siervos; entre éstos hay niveles, pero entre los señores
existe una jerarquía en forma piramidal que va
desde el barón, en la base, hasta el emperador en la
cúspide. Cada señor debe obediencia otro superior, a
veces en formas muy complicadas y con un reparto
sumamente complejo de derechos y soberanías. El
sistema, como es lógico dada la escasa movilidad de
su base, es extraordinariamente estático; las modificaciones
suelen consistir en conquistas de feudos,
pero sólo en pequeña medida, lentamente, se llega a
alterar su organización o su sistema de producción.
El guardián de toda la estructura es la Iglesia.
Ésta presta a la sociedad la sanción divina, al pretender
que todo se debe a la voluntad de dios. El sistema
se expresa, en la educación, en el magister dixit,
“el maestro dijo”, en donde dios es el maestro, en
última instancia. La organización misma de la Iglesia.
que tiene a su cargo la mayor parte de la educación,
es jerárquica, paralela a la jerarquía feudal.
A pesar de la economía natural de los feudos, y
de su amplia autonomía político, no dejan de existir
relaciones entre ellos; los comerciantes y los gobernantes
de más alto nivel en parte están perfectamente
integrados al sistema, pero también, sobre todo los
primeros, entran en contradicción con éste. Ya en el
siglo X, y sobre todo en los XI y XII, las ciudades,
antes pequeños centros de mercaderes o, a veces,
residencia de gobiernos locales, se han transformado
en núcleos de gran fuerza, con una organización interna
profundamente ajena a la feudal. A partir del
siglo XIII aproximadamente, coexisten un activo
mercantilismo, cuyo centro está en las ciudades, con
una estructura feudal en el campo.
Durante la Edad Media hay un franco predominio
del aspecto feudal en la sociedad, aunque las ciudades,
en muchas partes, tienen gran importancia. La
Edad Moderna, que abarca aproximadamente del siglo
XV al XVIII, se caracteriza por cierto equilibro entre
ambos elementos. Las ciudades, cuyos habitantes
tienen interés en superar la dispersión feudal, se alían
con la monarquía para establecer el absolutismo (el
ejemplo más claro de esta evolución es el de Francia);
se revela aquí el carácter parcialmente antifeudal
de las grandes monarquías, feudales en el fondo pero
no, como se ve, en todas las consecuencias. Junto
con una supervivencia más o menos amplia de las
relaciones feudales en el campo, y también de ciertos
elementos políticos del mismo tipo (como son todo el
regimen de distintos privilegios, y las aduanas internas
en el aspecto económico), se desarrolla un sistema
de producción y de distribución ya capitalista,
basado en el mercado, en la circulación de mercancías
y en una incipiente clase asalariada; la forma
predominante es todavía la manufactura, que viene
siendo, en la práctica, el taller artesanal de la Edad
Media, ampliado y con cierta división interna del trabajo.
Pronto las exigencias del nuevo sistema han de
provocar modificaciones profundas en toda la estructura
social, en medio de tremendas sacudidas..
Historia Universal I Material de Apoyo
57
El modo de producción feudal que apareció en Europa
occidental se caracterizaba por una unidad compleja.
Con frecuencia, las definiciones tradicionales del
feudalismo han dado cuenta de este hecho sólo
parcialmente, con el resultado de que es difícil realizar
un análisis de la dinámica del desarrollo feudal. El
feudalismo fue un modo de producción dominado por
la tierra y por la economía natural, en el que ni el
trabajo ni los productos del trabajo eran mercancías.
El productor inmediato —el campesino— estaba unido
a los medios de producción —la tierra— por una relación
social específica. La fórmula literal de esta relación la
proporciona la definición legal de la servidumbre: glebae
adscripti, o adscritos a la tierra; esto es, los siervos
tenían una movilidad jurídicamente limitada
(Cronológicamente, esta definición legal apareció
mucho después del fenómeno fáctico que designaba.
Fue una definición inventada por los juristas del
Derecho romano en los siglos XI y XII y popularizada
en el siglo XIV.) Los campesinos que ocupaban y
cultivaban la tierra no eran sus propietarios. La
propiedad agrícola estaba controlada privadamente por
una clase de señores feudales, que extraían un plusproducto
del campesinado por medio de relaciones de
compulsión político-legales. Esta coerción
extraeconómica, que tomaba la forma de prestaciones
de trabajo, rentas en especie u obligaciones
consuetudinarias del campesino hacia el señor, se
ejercía tanto en la reserva señorial, vinculada
directamente a la persona del señor, como en las
tenencias o parcelas cultivadas por el campesino. Su
resultado necesario era una amalgama jurídica de
explotación económica con autoridad política. El
campesino estaba sujeto a la jurisdicción de su señor.
Al mismo tiempo, los derechos de propiedad del señor
sobre su tierra eran normalmente sólo de grado: el
señor recibía la investidura de sus derechos de otro
noble (o nobles) superior, a quien tenía que prestar
servicios de caballería, esto es, provisión de una ayuda
militar eficaz en tiempo de guerra. En otras palabras,
recibía sus tierras en calidad de feudo. A su vez, el
señor ligio era frecuentemente vasallo de un superior
feudal, y la cadena de esas tenencias dependientes
vinculadas al servicio militar se extendía hacia arriba
hasta llegar al punto más alto del sistema —en la
mayoría de los casos, un monarca—, de quien, en
Aprendizaje
El alumno analizará el sistema feudal en su dinámica económica, social, política e ideológica,
resaltando los factores que incidieron en su crisis.
Contenidos temáticos
El feudalismo: el régimen señorial y la servidumbre. El papel de la Iglesia.
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número catorce
1. Lee cuidadosamente el texto que a continuación te presentamos.
2. Subraya con color rojo aquellas palabras que no conoces. Búscalas en un diccionario y vuelve a leer el
texto, ya con el significado de las palabras.
3. Elabora un resumen de esta lectura, indicando cuáles son las principales características del modo de producción
feudal.
4. Elabora un cuadro sinóptico de las características más importantes del sistema feudal: económicas, políticas,
sociales, tecnológicas y culturales.
5. Dibuja sobre un mapa de la actual Europa la Europa feudal, consultando un Atlas histórico.
6. Resume en una cuartilla el papel de la iglesia en la Europa Feudal.
EL MODO DE PRODUCCIÓN FEUDAL
Perry Anderson
Transiciones de la Antigüedad al feudalismo, página.148-154
Material de Apoyo Historia Universal I
58
última instancia, toda la tierra podía ser en principio
dominio eminente. A comienzos de la época medieval,
los vínculos intermedios característicos de esa jerarquía
feudal, entre el simple señorío y la monarquía
soberana, eran la castellanía, la baronía, el condado y
el principado. La consecuencia de tal sistema era que
la soberanía política nunca se asentaba en un solo
centro. Las funciones del Estado se desintegraban en
una distribución vertical de arriba abajo, precisamente
en cada uno de los niveles en que se integraban por
otra parte las relaciones políticas y económicas. Esta
parcelación de la soberanía era consustancial a todo
el modo de producción feudal.
De ahí se derivaron tres características estructurales
del feudalismo occidental, todas ellas de una
importancia fundamental para su dinámica.
En primer lugar, la supervivencia de las tierras
comunales de las aldeas y de los alodios de los campesinos,
los cuales, procedentes de los modos de producción
prefeudales, aunque no generados por el feudalismo
tampoco eran incompatibles con él. La división
feudal de soberanías en zonas particularistas con
fronteras superpuestas, y sin ningún centro de competencia
universal, siempre permitía la existencia de
entidades corporativas «alógenas» en sus intersticios.
Y así, aunque la clase feudal intentara de vez en cuando
imponer la norma de nulle terre sans seigneur,
en la práctica nunca lo consiguió en ninguna formación
social feudal: las tierras comunales —dehesas,
prados y bosques— y los alodios dispersos siempre
fueron un sector importante de la autonomía y la resistencia
campesinas, con decisivas consecuencias
para la productividad agraria total Además, dentro
del mismo sistema señorial, la estructura escalonada
de la propiedad quedaba expresada en la característica
división de las tierras entre el dominio del señor,
organizado directamente por sus administradores y
cultivado por sus villanos, y las parcelas de los campesinos,
de las que recibía un plusproducto complementario,
pero cuya organización y control de la producción
estaba en manos de los propios villanos. Así
pues, no existía una concentración sencilla y horizontal
de las dos clases básicas de la economía rural en
una sola y homogénea forma de propiedad. Dentro
del señorío, las relaciones de producción estaban
mediadas a través de un estatuto agrario dual. Por
otra parte, existía a menudo una nueva disyunción
entre la justicia a la que estaban sometidos los siervos
en los tribunales señoriales [manorial] de su señor
y las jurisdicciones señoriales [segneurial] del señorío
territorial. Los señoríos no coincidían normalmente
con cada aldea, sino que estaban distribuidos
entre varias de éstas; de ahí que, a la inversa, en
cualquier aldea estuvieran entremezclados una multitud
de dominios señoriales de diferentes señores. Por
encima de este enmarañado laberinto jurídico se situaba
normalmente la haute justice de los señoríos
territoriales, cuya zona de competencia era geográfica
y no co-correspondiente a los dominios. La clase
campesina de la que se extraía el plusproducto en
este sistema habitaba, pues, un mundo social de pretensiones
y poderes superpuestos, cuyas diversas y
plurales «instancias» de explotación creaban latentes
intersticios y discrepancias, imposibles en un sistema
jurídico y económico más unificado. La coexistencia
de las tierras comunales, alodios y parcelas, con el
propio dominio señorial, era constitutiva del modo de
producción feudal en Europa occidental y tuvo consecuencias
fundamentales para su desarrollo.
En segundo lugar, e incluso más importante que
lo anterior, la parcelación de soberanías produjo en
Europa occidental el fenómeno de la ciudad medieval.
Una vez más, la génesis de la producción mercantil
urbana no debe situarse dentro del feudalismo
como tal, porque evidentemente es anterior a él. Sin
embargo, el modo de producción feudal fue el primero
que le permitió un desarrollo autónomo en el marco
de una economía natural agraria. El hecho de que las
mayores ciudades medievales nunca pudieran rivalizar
en magnitud con las de los imperios de la Antigüedad,
o de Asia, ha ocultado frecuentemente la verdad
de que su función dentro de la formación social era
mucho más avanzada. En el Imperio romano, con su
elaborada civilización urbana, las ciudades estaban
subordinadas al dominio de los terratenientes nobles
que vivían en ellas, pero no de ellas. En China, las
vastas aglomeraciones de las provincias estaban controladas
por los burócratas mandarines que residían
en un distrito especial separado de toda actividad comercial.
Por el contrario, las paradigmáticas ciudades
medievales de Europa, que ejercían el comercio y la
manufactura, eran comunas autogobernadas, que gozaban
de una autonomía corporativa, política y militar
respecto a la nobleza y a la Iglesia. Marx vio esta
diferencia con toda claridad y la expresó de forma
memorable: «La historia antigua clásica es historia
urbana, pero de ciudades basadas sobre la propiedad
de la tierra y la agricultura; la historia asiática es una
especie de unidad indiferente de ciudad y campo (en
este caso, las ciudades verdaderamente grandes deben
ser consideradas meramente como campamento
señorial, como una superposición sobre la estructura
propiamente económica); la Edad Media (época germánica)
surge de la tierra como sede de la historia,
historia cuyo desarrollo posterior se convierte luego
en una contraposición entre ciudad y campo; la [historia]
moderna es urbanización del campo, no, como
entre los antiguos, ruralización de la ciudad». Así pues,
la oposición dinámica entre ciudad y campo sólo fue
Historia Universal I Material de Apoyo
59
posible en el modo de producción feudal: oposición
entre una economía urbana de creciente intercambio
mercantil, controlada por mercaderes y organizada en
gremios y corporaciones, y una economía rural de intercambio
natural, controlada por nobles y organizada
en señoríos y parcelas, con enclaves campesinos comunales
e individuales. No es preciso decir que la
preponderancia de esta ultima era enorme: el modo
de producción feudal fue aplastantemente agrícola.
Pero sus leyes de movimiento, como veremos, estaban
regidas por la compleja unidad de sus diferentes
zonas y no por el simple predominio del señorío.
Por último, en el vértice de toda la jerarquía de
dependencias feudales siempre hubo una oscilación
y una ambigüedad intrínsecas. La “cúspide” de la cadena
era en algunos aspectos importantes su eslabón
más débil. En principio, el más alto nivel de la jerarquía
feudal en cualquier territorio de Europa occidental
era necesariamente distinto, no en especie, sino
sólo en grado, de los niveles subordinados de señoríos
situados por debajo de él. Dicho de otra forma, el
monarca era un soberano feudal de sus vasallos, a
quienes estaba ligado por vínculos recíprocos de fidelidad,
y no un soberano supremo situado por encima
de sus súbditos. Sus recursos económicos residían
casi exclusivamente en sus dominios personales como
señor, y sus llamadas a sus vasallos tenían una naturaleza
esencialmente militar. No tenía acceso político
directo al conjunto de la población, ya que la jurisdicción
sobre ésta estaba mediatizada por innumerables
niveles de subinfeudación. El monarca, en efecto, sólo
era señor de sus propios dominios; en el resto era en
gran medida una figura ceremonial. El modelo puro
de este sistema, en el que el poder político estaba
estratificado hacia abajo de tal forma que su cima no
conservaba ninguna autoridad cualitativamente distinta
ni plenipotenciaria, nunca existió realmente en la Europa
medieval, porque la falta de un mecanismo realmente
integrador en lo más alto del sistema feudal,
exigido por este tipo de sistema político, suponía una
amenaza permanente a su estabilidad y supervivencia.
Una fragmentación completa de la soberanía era
incompatible con la unidad de clase de la propia nobleza,
porque la anarquía potencial que implicaba suponía
necesariamente la dislocación de todo el modo
de producción en el que se basaban sus privilegios.
Había, pues, una contradicción interna en el feudalismo
entre su específica y poderosa tendencia hacia
una descomposición de la soberanía y las exigencias
absolutas de un centro final de autoridad en el que
pudiera tener lugar una recomposición práctica. El
modo de producción feudal de Occidente especificó,
pues, desde su origen, la soberanía: hasta cierto punto,
ésta existió siempre en un ámbito ideológico y jurídico
situado más allá del de aquellas relaciones
vasalláticas cuya cúspide podían ser los potentados
ducales o condales y poseía unos derechos a los que
éstos últimos no podían aspirar. Al mismo tiempo, el
verdadero poder real siempre tenía que afirmarse y
extenderse contra la disposición espontánea del conjunto
del sistema político feudal, en una lucha constante
para establecer una autoridad «pública» fuera
del compacto entramado de las jurisdicciones privadas.
El modo de producción feudal de Occidente se
caracterizó, pues, desde su origen y en su misma estructura
por una tensión y contradicción dinámicas
dentro del Estado centrífugo que produjo y reprodujo
orgánicamente.
Este sistema político imposibilitó necesariamente
la aparición de una extensa burocracia y dividió
funcionalmente de una nueva forma al dominio de
clase. Porque, por una parte, la parcelación de la soberanía
en la Europa de la Alta Edad Media condujo a
la formación de un orden ideológico completamente
separado. La Iglesia, que en la Antigüedad tardía siempre
había estado directamente integrada en la maquinaria
del Estado imperial y subordinada a ella, ahora
se convirtió en una institución eminentemente autónoma
dentro del sistema político feudal. Al ser la única
fuente de autoridad religiosa, su dominio sobre las
creencias y los valores de las masas fue inmenso,
pero su organización eclesiástica era diferente a la de
cualquier monarquía o nobleza secular. Debido a la
dispersión de la coerción, que era intrínseca al naciente
feudalismo occidental, la Iglesia pudo defender,
cuando fue necesario, sus intereses corporativos
desde un reducto territorial y por medio de la fuerza
armada. Los conflictos institucionales entre los señoríos
laicos y religiosos fueron, pues, endémicos en la
época medieval y su resultado fue una escisión en la
estructura de la legitimidad feudal, cuyas consecuencias
culturales para el posterior desarrollo intelectual
habrían de ser considerables. Por otra parte, el propio
gobierno secular se redujo de forma notable a un nuevo
molde y se convirtió esencialmente en el ejercicio
de la «justicia», que bajo el feudalismo ocupó una
posición funcional completamente distinta de la que
hoy tiene bajo el capitalismo. La justicia era la modalidad
central del poder político, especificada como tal
por la misma naturaleza del sistema político feudal.
Como ya hemos visto, la jerarquía feudal pura excluía
toda forma de «ejecutivo», en el moderno sentido de
un aparato administrativo permanente del Estado para
imponer el cumplimiento de la ley, ya que la parcelación
de la soberanía lo hacía innecesario e imposible.
Al mismo tiempo, tampoco había espacio para un «legislativo
» del tipo posterior, debido a que el orden
feudal no poseía ningún concepto general de innovación
política por medio de la creación de nuevas leyes.
Los monarcas cumplían su función conservando
las leyes tradicionales, pero no inventando otras nuevas.
Así, durante cierto tiempo, el poder político llegó
Material de Apoyo Historia Universal I
60
a estar prácticamente identificado con la sola función
«judicial» de interpretar y aplicar las leyes existentes.
Por otra parte, ante la falta de una burocracia pública,
la coerción y la administración locales —los poderes
de policía, de imponer multas, recaudar peajes y hacer
cumplir las leyes— se añadieron inevitablemente
a la función judicial.
Por tanto, siempre es necesario recordar que la «justicia
» medieval incluía realmente un abanico mucho más
amplio de actividades que la justicia moderna, debido
a que ocupaba estructuralmente una posición mucho
más central dentro del sistema político global. La justicia
era el nombre ordinario del poder.
GLOSARIO
Adscritos a la Gleba: Campesinos sometidos a un
régimen jurídico de dependencia personal en la
sociedad feudal. El siervo de la gleba está adscrito
a la tierra.
Alodios: Tierras libres de cargas o prestaciones en la
época feudal.
Coerción: Sujeción que se ejerce como parte del propio
régimen
Endémicos: Acciones habituales o frecuentes.
Plusproducto: Incremento del capital obtenido como
beneficio de la renta de la tierra.
Relaciones vasalláticas: Relaciones que se establecen
entre el señor y sus vasallos.
Subinfeudación: Acción por medio de la cual el vasallo
consigue a su vez nuevos vasallos al fraccionar
su tierra.
Historia Universal I Material de Apoyo
61
GLOSARIO
Bolillas de la tabla de cálculo: Cuentas de un ábaco
Ensamblaje: Enlace o forma articulada de un proceso.
Estatuto: Reglamento, ley o disposición con peso de
obligación legal.
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número quince
Actividad de lectura y reflexión: Si partimos de la idea de que el régimen feudal puede estudiarse a partir de su
caracterización social y económica, es entonces su división —fortalecida por la visión de la iglesia— la que nos
puede ayudar a entender el sistema; los oratores que predicaban y rogaban a Dios en nombre del pueblo, los
bellatores que combatían para proteger iglesias y pueblos y los laboratores que proporcionaban el alimento a
los tres ordenes. A continuación te presentamos uno de esos textos que habla de la sociedad feudal.
Instrucciones: Después de leer el siguiente texto explica cuáles son los tres cuerpos que componen la sociedad
feudal.
LOS TRES ÓRDENES
Georges Duby
El Año Mil, Barcelona, Gedisa, 1996, p. 57.
EL REY:
¿Así la casa de Dios es una y regida por una
sola ley?
EL OBISPO:
La sociedad de los fieles forma un único cuerpo; pero
el Estado comprende tres. Pues la otra ley, la ley humana,
distingue otras dos clases: nobles y siervos, en
efecto, no están regidos por el mismo estatuto. Dos
personajes ocupan el primer rango: uno es el rey, el
otro el emperador; su gobierno asegura la solidez del
Estado. El resto de los nobles tiene el privilegio de no
sufrir la coacción de ningún poder, a condición de abstenerse
de los crímenes reprimidos por la justicia real.
Son los guerreros, protectores de las iglesias; son los
defensores del pueblo, de los grandes como de los
pequeños, de todos en fin, y aseguran al mismo tiempo
su propia seguridad. La otra clase es la de los siervos:
esta raza desdichada no posee nada sino al precio
de su esfuerzo. ¿Quién podría, con las bolillas de
la tabla de cálculo, contar los cuidados que absorben
a los siervos, sus largas marchas, sus duros trabajos?
Dinero, vestimenta, alimento, los siervos suministran
todo a todo el mundo; ni un solo hombre libre podría
subsistir sin los siervos.
La casa de Dios, que se cree es una, está
pues dividida en tres; unos oran, los otros combaten y
los otros trabajan. Estas tres partes que coexisten no
sufren por estar separadas; los servicios brindados por
una son la condición de la obras de las otras dos; cada
una a su vez se encarga de aliviar al conjunto. Así,
este ensamblaje triple no por ello deja de ser uno; y es
así como la ley ha podido triunfar, y el mundo disfrutar
de la paz.
Material de Apoyo Historia Universal I
62
Aprendizaje
El alumno analizará el sistema feudal en su dinámica económica, social, política e ideológica, resaltando
los factores que incidieron en su crisis.
Contenidos temáticos
El crecimiento de las ciudades, la producción artesanal y los inicios de la expansión comercial en la
Baja Edad Media. Vida cotidiana.
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número dieciseis
I. Lectura y análisis
1. Entregar a los alumnos una clase antes de revisar el tema el texto de Jacques Rossiaud, “El ciudadano y la
vida en la ciudad”.
2. Presentar las preguntas del cuestionario que se adjunta y solicitar que contesten por escrito 5 preguntas.
CUESTIONARIO
1. ¿Por qué los negociantes se sentían atraídos por vivir en las ciudades?
2. ¿Qué esperanzas tenían en mente las personas pobres que buscaban establecerse en las ciudades?
3. ¿Cuáles eran algunas de las diferencias entre las grandes aldeas y las ciudades medievales?
4. ¿Cómo era la vida en la ciudad para las personas de escasos recursos?
5. ¿Qué emociones y costumbres solían compartir los habitantes de la ciudad?
6. ¿Por qué para los comerciantes era bien vista la llegada de más y más forasteros a las ciudades?
7. Los empresarios o negociantes se oponían al crecimiento de las ciudades.
8. ¿Cuáles eran los sectores o estratos sociales que integraban la población ciudadana?
9. ¿Cuál era el principal criterio para restablecer la diferenciación social en las ciudades?
10. ¿Cuál era la oposición general que se tenía del burgués (como habitante rico de la ciudad en aquella
época)?
II. Actividades de profundización y refuerzo del tema
1. Solicitar a los alumnos, con anticipación, que busquen en libros de historia, enciclopedias o revistas
ilustraciones donde se observe las aldeas medievales, ciudades, campesinos, artesanos, comerciantes,
nobles etc. de los siglos XI-XV, que los fotocopien, recorten y lleven a la clase.
2. Ya en la sesión de clase, con la iconografía recolectada, pedir a los alumnos que individualmente elaboren
un dibujo que represente aspectos clave de la vida de una ciudad medieval entre los siglos XI al XV.
3. Recibir los dibujos, hacer una selección de los mejores y colocar los mejores en el pizarrón para que el
grupo los aprecie.
4. Localizar en un mapa de Europa, con colores diferentes, las diversas regiones que menciona la lectura.
Asimismo con números localizar todas las ciudades que se incluyen.
5. Elaborar un glosario con las palabras que no conozcas o en las cuales tengas duda sobre su significado.
Historia Universal I Material de Apoyo
63
Cuando, hacia el 1150, un campesino cruzaba las puertas
de una ciudad para intentar trabajar y tal vez establecerse
en ella, tenía sin duda conciencia de penetrar
en un “universo al abrigo de sus privilegios” (F. Braudel),
como uno de sus iguales dos siglos después. No es
que “el aire de la ciudad vuelva libres a los hombres”,
según el viejo adagio alemán alzado hace poco a verdad
universal. Hacia 1299 Lille no admitía ni bastardos
ni tránsfugas. Bolonia y Asís exigían impuestos
más gravosos a los que no eran libres: en todas partes,
el señor disponía de un año para recuperar a su
hombre, y, en cierto número de burgos rurales, las condiciones
personales no diferían gran cosa de las de la
ciudad. Queda el hecho de que el Stadtgerich prestigioso
estaba entretejido con ilusiones y ventajas indudablemente
concretas; la libertad era en primer lugar
ese conjunto progresivamente acumulado de derechos
y de usos arrancados, adquiridos, negociados, obtenidos
con el consenso o por la fuerza, mucho más que
el privilegio de una carta o de una ley. Una ley valía
sólo por la fuerza de una comunidad que podía hacerla
respetar. Las ciudades tenían en su activo el dinero,
el número de hombres, su temible solidaridad. El
viejo grito de “común” conservaba en Picardía o en
Flandes hacia 1300 una gran fuerza emotiva. Por ello,
las franquicias ciudadanas tenían un poder muy distinto
a las de los pueblos.
Los ciudadanos, y los mercaderes en primer lugar,
habían obtenido en todas partes la libertad necesaria
para sus actividades. Desde finales del siglo XII
los usos opresivos o humillantes se encontraban aquí
y allá reducidos al estado de reliquias; un derecho
ciudadano se sobreponía a las jurisdicciones que competían
con él (a los banni que se dividían la ciudad) e
incluso en los casos en que el ejercicio de la justicia
quedaba por entero en manos del señor, la jurisprudencia
de los tribunales investidos por los principales
habitantes tendía a unificar la condición de las personas
y de los bienes. Los hombres de negocios disponían
de un derecho libre de la parálisis de los formalismos;
podían reclutar sin obstáculos la mano de obra
necesaria para sus talleres, controlar pesos y medidas,
mercados y ferias, reglamentar la admisión del
personal y los oficios e intervenir eficazmente en favor
de sus conciudadanos víctimas de un robo o de
un arbitrario secuestro.
Beneficiarse de esa solidaridad colectiva presuponía,
a decir verdad, una ciudadanía difícil de conquistar;
implicaba una admisión, la presencia de un
padrino, un tiempo de residencia a menudo superior a
un año, la inclusión en un oficio o bien la adquisición
de un inmueble. Formar parte del pueblo no era fácil
y una mayoría de habitantes privados de recursos se
mostraba incapaz de traspasar las murallas levantadas
en el interior por una minoría recelosa. No obstante,
el simple hecho de residir mucho tiempo en
una ciudad permitía —aparte de los sueños de un
trabajo seguro y de ascenso social— alguna esperanza
fundamental: antes que nada vivir en una relativa
seguridad, al abrigo de murallas que detenían a la
gente a caballo y a los bandidos; en segundo lugar,
no morir de hambre, porque la ciudad tenía reservas,
fondos, una fuerza suficiente para llevar a buen puerto
sus convoyes de trigo; la esperanza, en fin, de sobrevivir
en las épocas de desocupación y miseria gracias
a la distribución de raciones, a las migajas de la
rapiña, del poder y de la caridad, las tres hermanas
fortalecidas por las murallas ciudadanas.
Si la ciudad comienza “en el límite de su periferia
como una casa respecto a la entrada de su jardín”
(A. Lambard Jourdan) las murallas constituyen sin más
la frontera decisiva que separa dos espacios. En Occidente
cada ciudad tiene su cerco de murallas; símbolo
de la unidad lograda o bien obra del príncipe, la
muralla protectora identifica la ciudad. ¿Y los ciudadanos?
“Campesinos encerrados entre murallas”, afirman
con desprecio los nobles alemanes preocupados
por la expansión ciudadana. Toda ciudad está cerrada,
por necesidad política y militar, y , a medida que
crece, reconstruye algo más lejos sus defensas —cinco
veces más lejos Gante entre 1150 y 1300, tres
veces Florencia—, cuando tarda en hacerlo, la guerra
la llama al orden. Como en el reino de Francia hacia
1350.
Capital considerable (de 100 a 150,000 libras para
Reims en el siglo XIV), el anillo de piedra, objeto de
orgullo pero devorador de dinero, preside el conjunto
de la vida urbana: estructura la población estable que
se divide por sectores la vigencia de los lienzos y de
EL CIUDADANO Y LA VIDA EN LA
CIUDAD
Jacques Rossiaud
Tomado de Jacques Le Goff, El hombre medieval, Madrid, Alianza, 1991.
Material de Apoyo Historia Universal I
64
las puertas, marca el tiempo cotidiano —las puertas
se cierran al caer la noche—, confiere carácter sagrado
a lo que está dentro, pero sobre todo da una nueva
forma al espacio y, en gran parte, determina la originalidad
del paisaje.
No es que al cruzar las puertas todo se vuelva
del revés: el campo cercano está dominado por la
propiedad y por los capitales ciudadanos, constelado
de residencias burguesas; sus campesinos frecuentan
regularmente el mercado, se cruzan por el camino
con los agricultores siempre numerosos en las metrópolis,
atraviesan intra muros jardines y viñedos, apartan
de su camino aves y cerdos iguales a los de su
aldea, pero nacidos y engordados a la sombra de las
murallas. Sin embargo hay una diferencia, y, es una
diferencia de dimensiones: una ciudad agrícola es más
que una gran aldea y la ciudad occidental no se caracteriza
por su producción agrícola; la tierra, en Milán,
en el siglo XII vale 36 veces más que en el campo de
las afueras y la especulación inmobiliaria explica en
Gante, Génova o Pisa la fortuna de muchas familias
de la burguesía. La insólita concentración de gente
en un territorio restringido lleva a Bonvicino de la Riva
a su lirismo del número y es precisamente el gentío
—especialmente en las ciudades mediterráneas— lo
que determina la estructura del paisaje y de las construcciones:
concentración de campanarios, mole de la
catedral, abundancia de torres aristocráticas, casa contiguas,
al menos en los barrios céntricos, y cada vez
más altas (en París, Florencia, Génova o Siena las
casas de cuatro o cinco pisos no son raras).
Constantemente cambiado por la expansión o,
al contrario, por las ruinas, este paisaje es muy difícil
de precisar, está privado de claras perspectivas;
segmentaciones internas, redes dendríticas de callejas,
de patios, de callejones, hacen de la ciudad, para
el recién llegado, un mundo extraño y fascinante; para
intentar comprenderlo hay que explorarlo durante mucho
tiempo y no se consigue nunca del todo.
Vivir en la ciudad si se es pobre, significa en
primer lugar ocupar junto a otras dos o tres personas
una habitación alta, un cubil sin luz o una buhardilla
que da a un patio trasero, establecerse en la fonda si
se tiene algún dinero; disponer de una o de dos habitaciones
si se tiene familia, pero siempre tener que
compartir con otros el uso de un pozo y de una cocina;
el artesano, ciertamente, vive en su propia casa
donde tiene su hogar, su bodega y su granero, pero
junto a sus siervos y aprendices. Por lo tanto hay que
acostumbrarse, sólo una minoría es la excepción, a
vivir rodeados de vecinos de condición y oficios muy
diferentes.
Ser ciudadano es también, para dos habitantes
de cada tres, depender del mercado, completamente
o durante una parte del año: comprar el pan, el vino,
el companaje. Es, en fin, para todos, sufrir los inconvenientes
de estar encerrados entre muros; carecer a
veces de agua potable cuando los pozos están contaminados;
vivir en medio de los excrementos, porque a
lo largo de los años difíciles muchas puertas han sido
tapiadas y los desperdicios que se amontonan infecciones
endémicas. La municipalidad ha podido relegar
a los leprosos en los hospitales de extramuros,
publicar reglamentos sanitarios, pero es completamente
incapaz de luchar eficazmente contra la peste, que,
cuando las condiciones climáticas son favorables, ataca
los barrios céntricos y los suburbios industriales de
manera fulminante.
En estos espacios de encuentro y de muchedumbre,
el contagio puede ser también mental; durante
meses y durante años, con ocasión de un asedio, de
una guerra o de una epidemia de peste, la ciudad se
repliega sobre sí misma, sensible a las voces, las ansias
angustiosas que se propagan con la misma rapidez
que las enfermedades. “Terrores”, “emociones”,
atrocidades colectivas derivan a menudo de este complejo
claustrofóbico, de este miedo que atrapa a la
multitud, tan dispuesta, por otra parte, a expresar su
gozo o su dolor ante el anuncio de una paz o de la
muerte de un rey. Condición preliminar de toda cultura
urbana: aprender a vivir en la promiscuidad, y, en
primer lugar, aceptar la relación con gente ajena a la
propia costumbre y a la propia lengua.
De hecho es el campo el que, evidentemente,
alimentó la expansión. Es probable que al principio
(en torno a Amiens, Tolosa, Florencia, etc.) se dirigieran
hacia la ciudad hombres acomodados que eran
atraídos por sus libertades y por sus posibilidades de
ascenso social. Era también ese el caso en el campo
florentino a principios de siglo XIII, siglo en el que las
familias ricas daban a las otras el ejemplo del éxito
ciudadano; minorías migratorias que se encuentran
por todas partes y siempre.
Pero es igualmente cierto que, desde el siglo XII
en adelante, los acomodados eran precedidos o seguidos,
por los prófugos, por los pobres y por los harapientos
que, con la ayuda de la expansión, fueron
cada vez más numerosos; los talleres ciudadanos absorbieron
la excedencia de población de los pueblos,
a los hijos de los aparceros y también (en torno a Pisa
y en torno a Beaucaire y Saint-Gilles) a los agricultores
arruinados por el mercado urbano y por la extensión
de los pastos a tierras que producían trigo. El
área de atracción urbana, tanto más extensa cuanto
más activo era el centro, tendía, pues, a alcanzar aldeas
cada vez más distantes, pero que, en el apogeo
del mundo habitado, quedaban insertas en la región.
Hacia 1300 Arlés sigue siendo una ciudad provenzal,
Amiens picarda y Lyón franco-provenzal; sólo las metrópolis
comerciales, políticas o universitarias cuentan
con un número importante de forasteros; pero en
todas partes el efectivo de los recién llegados supera
Historia Universal I Material de Apoyo
65
ampliamente al de los originarios del lugar (en ciertas
parroquias de Pisa, hacia 1260, los inmigrantes alcanzan
entre el 50 y el 66 por 100 de la población).
Estas dos características: ampliación del área
migratoria, desequilibrio a favor de los recién llegados,
se acentuaron aún más por las calamidades del
largo siglo XIV. Hacia 1450, en Florencia, así como
en las ciudades del valle del Ródano, la gente llegaba
de más lejos, el porcentaje de forasteros aumentaba
constantemente y la caída relativa de los salarios agrícolas
engrosaba por todas partes el torrente de los
pobres —y de las mujeres— en busca de una colocación.
No siempre los inmigrantes tenían graves problemas
de asimilación; esto dependía de su número y
de su origen, y las ciudades pequeñas, incluso en los
períodos de mayor expansión, eran siempre capaces
de controlar sin mucha dificultad su renovación; los
que llegaban hablaban la misma lengua y tenían costumbres
semejantes. Distinto era el caso cuando el
flujo anual se computaba por miles. En Florencia,
hacia 1450 el grueso de los nuevos ciudadanos estaba
constituido por piamonteses y ultramontanos; en
Aviñon, hacia 1370, hombres de todo Occidente se
apiñaban en las mismas parroquias; en Dijón se mezclaban
gentes que provenían del Franco Condado, de
Picardía, de Borgoña y de Lorena. Unos y otros mantenían
durante largo tiempo sus peculiaridades, su
parentesco, su solidaridad, sus contactos con el país
de origen...
Para los magistrados, como para la fracción más
estable y opulenta de la sociedad ciudadana, los recién
llegados representaban a la vez una necesidad y
un peligro; para los negociantes y para los vendedores
de alimentos el interés era el de abrirse; pero en
el artesanado la mínima recesión contribuía a desarrollar
viejos sentimientos de hostilidad o a aumentar
la distancia entre los nuevos ciudadanos y los demás.
El dinero, ciertamente, facilitaba la integración, pero
no lo resolvía todo. Con el mismo nivel económico
un inmigrado no disponía de las redes de relaciones,
de las posibilidades de admisión en un oficio y de
participación política de las que se beneficiaban los
ciudadanos que procuraban multiplicar delante de él
las barreras jurídicas o de hecho.
Es “el hedor de los inmigrantes rapaces”, la “confusión
de las personas”, lo que, según Dante, provoca
la decadencia moral de Florencia. P. Villani se burla
de esos campesinos que apenas abandonado el arado
reclaman cargos. Dos siglos después el lionés
Symphorien Champier no se expresa de otro modo y
denuncia al pueblo forastero, de escasa inteligencia,
fuente de vicios y de desórdenes.
Esta es la razón por la que los mercaderes pertenecientes
a la gente nueva se inventaban antepasados
fundadores de domus de fabulosa antigüedad
(como en el caso de G. Morelli, pese a su aparente
cautela), mientras que los cronistas explicaban los
conflictos internos con la existencia de estirpes incompatibles
entre sí que habitaban la ciudad. Las
perturbaciones causadas por las partidas y por las llegadas,
la mezcla constante y a veces considerable de
hombres, marcaba profundamente al ciudadano, ya
fuese miembro de una antigua estirpe o un recién llegado;
al segundo más, por no tener parientes. . .
Sería irrisorio y vano pretender describir en pocas
líneas la extraordinaria diversidad y de la sociedad
ciudadana. Todos sabemos bien que detrás de
los muros se encontraban codo con codo, según proporciones
siempre variables, canónigos y estudiantes,
nobles y viñadores, patricios y proletarios, mercaderes
al por menor y ropavejeros, artesanos altamente
cualificados y peones a medio camino, según el destino
individual y las circunstancias, entre el trabajo y
la mendicidad. Todos sabemos también que los proletarios
eran más numerosos que los empresarios y
que los patricios se contaban con los dedos de una
mano. Un sólo ejemplo: hacia 1300, en Saint-Omer,
se censan de 5 a 10 caballeros, 300 ricos, 300 hacendados
y 10,000 cabezas de familia en total, de los
que de 2,500 a 3,000 son pobres (A. Derville). Además,
las diferencias de estatus, de origen, de condición
y de clase introducían unas divisiones que se
superponían a las de la fortuna. Lo que no impide
que el modelo social ciudadano sea el burgués y el
criterio de diferenciación esencial el dinero. En cualquier
parte el hombre de ciudad subdivide la masa
humana que le rodea en grandes y medianos, ricos y
pobres, pudientes y vulgo; determina el lugar del individuo
en la jerarquía en función de sus ingresos, de
sus precios. Los expertos en fiscalidad ciudadana se
preguntaban sobre el producto del capital más que
sobre su naturaleza. Esto equivale a decir que, salvo
excepciones (judíos o extranjeros), la condición acaba
imponiéndose siempre al estatus, la consideración
al desprecio y, pese a los temporales estancamientos,
el dinero permite pasar de la empresa artesana a
los negocios, y forzar la entrada en una hansa, en un
mercado, en un círculo de ricos, en fin, unirse al “patriciado”.
Las funciones ciudadanas pueden ser múltiples
(se diversifican cada vez más); se impone la mentalidad
mercantil que modela la sensibilidad y los comportamientos.
Como ha subrayado R. López, muchos
artesanos son comerciantes a part time; el artesano
asalariado vende su propia capacidad, el propietario
una habitación o un terreno, el jurista su ciencia del
derecho, el profesor su cultura, el obrero su fuerza
física, el juglar su habilidad, la prostituta su cuerpo.
Sus ministerios, sus oficios, se ordenan en función de
un sistema de recíprocos intercambios que unos (los
teólogos) llaman bien común, y otros (los burgueses)
mercado, según un justo precio fijado día a día en
Material de Apoyo Historia Universal I
66
dinero en el mercado o en el lugar de reclutamiento.
Porque el dinero es la sangre de la ciudad, su
fluido vital (L. K. Little) y su principio organizador. Cuando
el burgués aparece en una chanson de geste, en
un fabliau o en un dicho, se trata de un mercader,
representante natural del dinero constante y sonante.
Los clérigos, cuando no le acusan de usura, le reprochan
su dependencia de la ganancia, su avaricia.
GLOSARIO
Burgos: Con este nombre se designa a las ciudades
medievales.
Chanson de geste: Canción de gesta. Narración
épica que durante la Edad Media narra la historia
de un héroe. El ejemplo característico es la Canción
de Roldán.
Hospitales de extramuros: Asilo para enfermos que
se construye fuera de la muralla que rodea a la
ciudad, con el fin de evitar la propagación de
enfermedades. Se presentan principalmente en
las ciudades que albergan un santuario y reciben,
por lo tanto, peregrinaciones, como Santiago
de Compostela en Galicia.
Part time: Anglicismo que implica de medio tiempo.
Aprendizaje
El alumno analizará el sistema feudal en su dinámica
económica, social, política e ideológica, resaltando
los factores que incidieron en su crisis.
Contenidos temáticos
La crisis del feudalismo en el siglo XIV y primera mitad
del siglo XV.
Historia Universal I Material de Apoyo
67
¿Es distinto el hombre renacentista de su antepasado?
Es evidente que él mismo lo creía así, y así lo ha
considerado la historiografía hasta hace poco tiempo,
tiempo, pero en la actualidad se tiende a sentar el
principio de que aunque el hombre renacentista es distinto
del medieval, ha surgido de él y, por tanto, la
cultura renacentista está enraizada en la medieval que
la precede y no directamente en la clásica, como creían
los pensadores de los siglos XV y XVI.
Si nos detenemos a analizar las características sociales,
económicas, políticas y culturales de los siglos
XIV y XV, encontraremos en ellas suficientes elementos
para darnos cuenta de que estamos estudiando
una época de transición, donde junto al cambio de las
estructuras políticas y socioeconómicas se añaden inmediatamente
hechos tan inesperados y trascendentes
como el descubrimiento de un Nuevo Mundo y la
escisión en el seno de la Iglesia Católica.
EL MUNDO OCCIDENTAL EN CRISIS
El extraordinario desarrollo de Europa occidental
desde el siglo XII empieza a frenar ya a fines del XIII.
En principio parece una «crisis de agotamiento», como
la han denominado algunos historiadores actuales: es
como si el ritmo del desarrollo hubiera encontrado sus
límites y no pudiera seguir adelante.
Se trataría, por un lado, de límites técnicos (se
roturan menos tierras, se fundan menos ciudades, se
construyen menos obras grandiosas) y, por otro lado,
de límites geográficos y comerciales, que parece que
los europeos no podrán traspasar. Se advierten, incluso,
unos límites intelectuales: la escolástica parece
que se agota y sus cultivadores se enzarzan en
discusiones sin fin.
Sobre esta situación general incide, entre 1315
y 1318, una crisis económica provocada por unas malas
cosechas sucesivas, originadas por los fríos extremos
y las lluvias abundantísimas que se produjeron durante
estos tres años. El hambre se extiende por Europa,
la mortalidad aumenta, la industria textil se ve
perjudicada y la moneda sufre devaluaciones.
La crisis económica provoca alteraciones sociales
y ambos elementos influirán a la vez en la situación
de la nobleza feudal, todavía muy poderosa. Ante
la baja de los precios agrícolas, la desvalorización de
la moneda y la disminución de las rentas, los nobles
terratenientes se encuentran en dificultades. Por eso
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número diecisiete
Lee cuidadosamente la lectura que se te presenta y contesta el siguiente cuestionario:
• ¿Qué le sucede a la Europa feudal entre el siglo XI al XIV especialmente a partir de este último en
relación al comercio?
• ¿Qué cambios sufrió Europa desde el año 1150 al 1300 desde el punto de vista económico?
• ¿Qué sucede con las ciudades en el mismo período y que importancia adquieren?
1. Lee cuidadosamente la lectura que se anexa y elabora en colaboración con tu profesor, un mapa conceptual
sobre las causas principales, económicas, políticas, sociales y culturales que explican la descomposición
del sistema feudal.
2. Explica en una cuartilla de que manera contribuyeron la crisis rural, las epidemias, las revueltas campesinas
y la crisis espiritual de los siglos XIV y XV en la descomposición del sistema feudal.
Con base en la gráfica que te presentamos al final de la lectura y en función de ésta,
contesta las siguientes preguntas:
• ¿Qué diferencias encuentras en la densidad de población entre el año 1000 y el 1300?
• ¿A qué se debe el descenso de la población entre el 1300 y el 1500?
LA CRISIS DE LOS SIGLOS XIV Y XV Y EL
TRÁNSITO HACIA EL MUNDO MODERNO
Antonio Fernández, Monserrat Llorens, R. Ortega y Juan Roig
Tomado de Historia de las civilizaciones del arte de Occidente . Bachillerato Unificado Polivalente, 1er
Curso, Barcelona, 1993, pp. 174-179.
Material de Apoyo Historia Universal I
68
se considera que, en el siglo XIV, tiene lugar la crisis
del feudalismo.
Para mantener su posición los grandes señores
acuden incluso a un último extremo: la guerra. En el
caso concreto de la lucha entre Francia e Inglaterra se
convertirá en la «Guerra de los Cien Años», que hará
del tránsito del siglo XIV al XV una época terrible, que
en definitiva será la liquidación de la Edad Media y
que dará paso a los tiempos modernos.
LA CRISIS DEMOGRÁFICA
Sabemos que a lo largo del siglo XIII la población
de Europa occidental había aumentado sin cesar,
en especial porque había habido pocas pestes y
pocas carestías, pero la crisis de principios del XIV de
que acabamos de hablar nos indica ya la aparición de
un cambio de signo. El punto clave está marcado por
una epidemia de peste, que se llamó Peste Negra.
Se inició en Francia en 1348 y se extendió por toda
Europa, de tal manera que se calcula que acabó con
la tercera parte de la población europea; además, la
epidemia resurgió con fuerza posteriormente, sobre
todo en 1360 y 1371.
*Observa en la estadística sobre la evolución de
la población el retroceso brutal que ocasionó la Peste
Negra a mediados del siglo XIV, de tal modo que Europa
tardó doscientos años en volver a alcanzar la
cifra de población que tenía en 1300.*
Ahora bien, no hay que considerar la crisis demográfica
como un hecho aislado, sino que hay que
relacionarlo con el contexto general de la época y muy
en especial con la crisis de la agricultura, que veremos
a continuación, ya que la escasez y carestía de
productos alimenticios originaba grandes hambres y,
por tanto, menor resistencia ante la enfermedad.
EL MUNDO RURAL. CRISIS EN LA AGRICULTURA
Debemos tener en cuenta que, a pesar del desarrollo
industrial y comercial de los siglos XII-XIII, la
base de la economía europea seguía siendo la agricultura
y la inmensa mayoría de la población estaba
formada por campesinos.
La peste origina una impresionante despoblación
del mundo rural, bien por la muerte de los campesinos,
bien por su emigración a las ciudades, donde
esperaban encontrar comida, trabajo o refugio, aunque
el hacinamiento en las ciudades provocó que los
efectos de la peste fueran mucho más graves. Mucha
tierras quedaron abandonadas y los señores se
vieron obligados a arrendarlas a precios bajos o a cultivarlas
por si mismos mediante asalariados.
Es evidente que la producción global europea se
redujo durante el siglo XIV, por una serie de causas,
entre las cuales, además de la despoblación, se encuentran
un empobrecimiento del suelo y un cambio
climático caracterizado por mayor frío, Para salir del
marasmo era preciso invertir en las tierras para mejorarlas
y revalorizarlas pero los señores no quieren invertir
y los campesinos no pueden; sólo algunos burgueses
emplean los ahorros acumulados durante la
anterior época de prosperidad en la compra de tierras.
La terrible situación del mundo rural se advierte
en las numerosas revueltas campesinas, provocadas
en parte por las consecuencias de la peste (terror en
las ciudades. fugitivos y bandidos en el campo) y de
la guerra. Entre estas revueltas destacan la denominada
Jacquerie, que asoló el campo de Francia en
1358 y fue reprimida con terrible dureza por los señores,
y la revuelta inglesa de 1381. Más tarde, en el
siglo XV, tuvieron lugar el levantamiento de los
remesas en Cataluña y la revuelta de los irmandiños
en Galicia.
Algunos países como Castilla y Alemania, tratan
de salir de la crisis agrícola extendiendo la ganadería,
que exige menos mano de obra que la agricultura. En
Castilla se introdujo la oveja merina, de lana de gran
calidad, a principios del siglo XIV y la cabaña aumentó
en más de un millón de cabezas a lo largo del
siglo.
Por otra parte, las distintas facetas de la crisis
influyen sobre el mundo rural en el sentido de que las
rentas, que pagaban los campesinos, que se solían
admitir en especie, se exigen ahora en metálico y,
sobre todo, en que la nobleza, que en general no tiene
otro medio de vida, impone toda clase de cargas a
los campesinos para poder aumentar sus beneficios.
Esta situación produce dos resultados distintos: favorece
a la gran nobleza, propietaria de inmensos territorios,
que puede incluso aumentar, como los mayorazgos
castellanos, pero arruina a la pequeña nobleza,
a la que no queda más salida que malvivir en su
terruño, trasladarse a la ciudad y entroncar con la
burguesía o, como los hidalgos castellanos, buscar
fortuna en el Nuevo Mundo.
En Francia e Inglaterra el labriego, en general,
ve empeorada su situación, aunque existe un tipo de
obrero agrícola que, sin poseer tierras propias ni arrendadas,
es un hombre libre. Esta situación permanecerá
prácticamente sin cambios, hasta la Revolución
Francesa.
En Europa central, donde la servidumbre de la
gleba subsistirá con muy pocas variantes en relación
con el mundo feudal, es estado del campesino es aún
peor que en los dos países anteriores.
EL MUNDO URBANO. CRISIS DE LA INDUSTRIA Y
DEL COMERCIO
Hemos hablado anteriormente de la industria y
de los gremios y del importante desarrollo del comercio
internacional en el siglo XIII, pero debemos considerar
que la industria que fabricada para este comercio
era casi exclusivamente la textil, pues en otros
aspectos las distintas comarcas se autoabastecían.
Y, a pesar de su desarrollo, el peso de la industria
textil estaba muy por debajo del de la agricultura, soHistoria
Universal I Material de Apoyo
69
bre todo porque empleaba a un número relativamente
bajo de personas.
La crisis demográfica y agrícola que ya conocemos
influye en la industria textil, pues disminuyen la
mano de obra y el número de consumidores, lo que
significa menos demanda, descenso de la producción
y baja de los salarios. En las grandes zonas europeas
productoras de tejidos de lana, Flandes y Norte
de Italia, se advierte una notable disminución de la
producción a lo largo del siglo XIV. Por ejemplo,
Florencia producía unas 100.000 piezas de tela anuales
a principios de siglo, 80,000 a mediados y sólo
19.000 a fines de la centuria. Sin embargo, hay que
tener en cuenta que mientras la industria de paños de
lana decae notablemente, aparece la producción de
telas de lino, algodón y seda.
En los intercambios comerciales se advierte una
crisis clarísima, posterior a la agrícola: las ferias de
Champaña decaen y la ruta que desde el Mediterráneo
se dirigía al mar del Norte por el valle del Ródano
se traslada hacia el Este. Las ciudades flamencas se
verán muy afectadas y Brujas ya no resurgirá de su
decadencia.
Del mismo modo se advierte la crisis del comercio
en las ciudades de la Hansa y en los puertos del
Mediterráneo: Barcelona, que había alcanzado los
40,000 habitantes a mediados del siglo XIII, sólo tendrá
20,000 a mediados del siglo XV.
CRISIS ESPIRITUAL
La crisis general influye sobre el mundo religioso
en dos vertientes. Por un lado, el papado se ve
mediatizado por la monarquía francesa y es obligado
a residir en Aviñón durante casi todo el siglo XIV (1306-
1376), a la vez que estalla el cisma de Occidente, que
divide a la cristiandad hasta el punto de llegar a existir
tres papas simultáneos a principios del XV, hasta
que el Concilio de Constanza resolvió la situación.
Como consecuencia de todo esto, parte del clero se
hallaba corrompido por las malas costumbres. Pero,
en la otra vertiente, se advierte un amplísimo movimiento
místico en las masas, aterrorizadas por la inseguridad
provocada por las epidemias, las guerras y
los bandidos.
El temor constante a la muerte lleva al hombre a
preocuparse por el más allá y en la literatura popular
aparecen con frecuencia el tema de la gloria y del
infierno, que fue tratado magistralmente en la Divina
Comedia por Dante, florentino que vivió en el tránsito
del siglo XIII al XIV. También son frecuentes las «danzas
de la muerte», en las que todos, pobres o ricos,
resultan igualados.
La inquietud social de la época aparece reflejada
en la Literatura, donde surgen temas de evasión:
libros de caballerías, exageradamente fantasiosos e
incluso irónicos (El caballero Cifar, Tirant lo Blanc),
críticas de la sociedad feudal a través del mundo de
los animales (Roman de Renart) o colecciones de cuentos
jocosos, como el Decameron de Boccaccio o Los
cuentos del Canterbury de Chaucer. Sin embargo se
inicia también en el siglo XIV otra corriente literaria,
precursora del humanismo renacentista posterior, cuya
figura más importante es Petrarca.
El desequilibrio espiritual se refleja también el
arte. Muchas grandes catedrales góticas quedan sin
concluir (Estrasburgo, Colonia, Gerona), y cuando las
ciudades resurgen de su marasmo, el arte gótico había
perdido su equilibrio y se tiende hacia el gótico
flamígero, que produce una impresión de movimiento,
de retorcimiento, con sus arcos quebrados, sus
bóvedas enmarañadas de redes de nervios, sus pináculos
retorcidos como llamas, de donde le viene el
nombre de flamboyant o flamígero.
Lo más representativo de este estilo flamboyant
o flamígero se encuentra en las ciudades flamencas:
catedral de Amberes, Lonja de Ypres, ayuntamientos
de Brujas y de Audenarde.
GLOSARIO
Centuria: Sinónimo de siglo.
Concilio: Reunión o asamblea de los órganos más
significativos del catolicismo.
Europa Central: Corresponde dentro del continente
europeo a la poción ocupada por los pueblos
checo, eslovaco, polaco, rumano, húngaro, con
sus distintas manifestaciones culturales y políticas.
Gótico Flamígero: Estilo de arquitectura francesa propio
del siglo XV. Toma su nombre del remate de
sus arcos, los cuales tienen una forma curva y
ondulada como si fuera un fuego llameante. También
se conoce como Flamboyant.
Hansa: Asociación de comerciantes para vigilar los intereses
mercantiles y protegerse de los riesgos
del comercio marítimo en las ciudades del norte
de Europa. Alcanzó su mayor desarrollo a lo largo
del siglo XV y su importancia disminuye durante
el siglo XVI al cambiar el modelo económico.
Libros de caballerías: Género literario que aparece
en la Edad Media. Los temas corresponden a
una búsqueda espiritual de un caballero y sus
acciones de acuerdo al código moral del periodo.
Lonja: Edificios mercantiles, generalmente de estilo
gótico donde se reunían los comerciantes, mercaderes
y agentes de cambio para intercambiar
Material de Apoyo Historia Universal I
70
ofertas sobre productos.
Roturar: Preparación de las tierras para la cosecha.
Fuente: A. Fernández-M. Llorens R. Ortega J. Roig,
Occidente. Historia de las civilizaciones, España,
Vicens Vives, 1996, p. 176.
Evolución de la población en la Edad Media
años
En esta gráfica puedes observar claramente la evolución
de la población en Europa desde comienzos del
siglo XI a finales del siglo XV. Observa que la población
europea, que se calcula en unos 42 millones en
el año 1000, fue aumentando lentamente hasta 1150.
A partir de esta fecha el ritmo de crecimiento es mayor
hasta alcanzar unos 73 millones en 1300. Fíjate ahora
en la rápida disminución de la población hasta 1400 y
en la lenta recuperación posterior: explica en pocas
palabras a qué se debe esta crisis demográfica.
años
Historia Universal I Material de Apoyo
71
Sobre El legado de Erasmo:
1. Explica las diferencias entre el pensamiento de
Erasmo y el pensamiento de Maquiavelo.
2. Subraya en rojo las ideas de Erasmo y en azul las
de Maquiavelo.
3. Contesta la siguiente pregunta:
• ¿Cuál de estos dos pensamientos tiene más
efecto en los políticos actuales?
Sobre Nicolás Copérnico:
• ¿Qué significado tienen estas afirmaciones de
Copérnico?
• ¿Crees tú que fueron aprobadas por la Iglesia?
Sobre el humanismo renacentista:
• ¿Cuáles son las características del humanismo
renacentista?
• ¿Cómo se relacionan estas características con
las lecturas precedentes?
En todos los textos: investigación breve acerca de los
autores.
II. Análisis de pinturas
El profesor repartirá por equipos, tratando de que a
unos les toque el análisis de texto y a otros de pinturas:
1. Pinturas medievales varias.
2. La creación del hombre. Figura de Adán. Miguel
Angel Buonarroti. Capilla Sixtina, Roma.
3. Sandro Boticelli. El nacimiento de Venus. Galería
de los Uffizi. Florencia.
4. Rafael Sanzio. La madona del Gran Duque.
Galería Pitti, Florencia.
5. Brunelleschi, Pórtico del Hospital de los inocentes,
Florencia.
Analizar los siguientes aspectos:
Pintura 1:
• Diferencias de tamaño entre los personajes representados.
• Perspectiva
• Anatomía
Pintura 2:
• Expresión del rostro
• Anatomía
• Diferencias de tamaño en relación de Adán con
Dios
Pintura 3:
• Anatomía
• Perspectiva
• Uso del desnudo
• Tema
Pintura 4:
• Tema
• Anatomía
• Perspectiva
Arquitectura
• Perspectiva
• Elementos clásicos
• Capiteles
Aprendizajes el alumno
Entenderá la importancia que tuvieron los cambios de mentalidad surgidos en el Renacimiento, el
Humanismo y la Reforma Protestante, así como las transformaciones económicas y políticas en el
proceso hacia la modernidad y primeros indicios del capitalismo.
Contenidos temáticos
Origen de la mentalidad moderna: la herencia cultural grecorromana, Renacimiento, Humanismo y
la nueva ciencia. La Reforma y la Contrarreforma.
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número dieciocho
I. Lectura y análisis
Lectura en clase por equipos de los fragmentos que aquí se anexan de las lecturas de Stefan Zweig, El legado
de Erasmo; de Nicolás Copérnico, De las revoluciones de los cuerpos celestes y de Nicolás Abbagnano, El
humanismo renacentista.
El tema de estos fragmentos es el humanismo y la ciencia.
Los alumnos deberán contestar el siguiente cuestionario:
Material de Apoyo Historia Universal I
72
Erasmo de Rotterdam. Triunfo y tragedia, Buenos
Aires, Ed. Juventud Argentina, 1944, pp 210-215.
En Florencia, en la misma época en que el moribundo
Erasmo deja a las generaciones venideras, como noble
tarea, su legado espiritual de una concordia europea,
aparece uno de los libros más decisivos y osados
de la Historia Universal, el famoso Príncipe de Nicolás
Maquiavelo. En este manual, matemáticamente claro,
de política de potencia y de buen éxito sin consideración
a cosa alguna, están palpablemente formulados,
como en un catecismo, los principios más opuestos al
erasmismo. Mientras Erasmo exige de los príncipes y
pueblos que subordinen voluntaria y pacíficamente, en
aras a la fraternal comunidad de todos los hombres,
sus pretensiones egoístas e imperialistas, Maquiavelo
eleva la voluntad de potencia, la voluntad de energía
de cada príncipe y de cada nación hasta ser el supremo
y único objeto de su pensamiento y acción. Todas
las fuerzas de una comunidad nacional tienen que servir
al pensamiento de la nacionalidad con el fervor de
una idea religiosa; la razón de Estado, el extremo de-
EL LEGADO DE ERASMO
Stefan Zweig
sarrollo de la propia individualidad nacional tiene que
ser para ellos el único y visible fin propio y culminante
de toda evolución histórica, y su realización, sin miramiento
alguno, la más alta tarea dentro de los acontecimientos
del mundo; para Maquiavelo, el sentido final
es el poder y el despliegue del poder; para Erasmo,
la justicia.
Con ello quedan fundidas para todos los tiempos, en
su propia forma espiritual, las dos grandes y eternas
maneras fundamentales de toda política universal: la
práctica y la ideal, la diplomática y la ética, la política
de Estado y la política de humanidad... En este legado
actúa creando una gran promesa. Pues sólo lo que
señala al espíritu el rumbo de lo general humano, por
encima del propio campo de su vida, proporciona a
cada individuo una fuerza sobre sus fuerzas.
GLOSARIO
Legado: Herencia. En este caso cobra el sentido de
herencia intelectual.
POSTULADOS
Nicolás Copérnico
De las revoluciones de los cuerpos celestes
1. No existe ningún centro de gravedad de todos los
círculos o esferas celestes.
2. El centro de la tierra no es el centro del universo,
sino tan solo de gravedad y de la esfera lunar.
3. Todas las esferas giran alrededor del sol como de
su punto medio, y, por lo tanto, el sol es el centro
del universo.
4. La razón entre la distancia de la tierra al sol y la
altura del firmamento es a tal punto menor que la
razón entre el radio de la tierra y la distancia de
esta al sol, que la distancia de la tierra al sol es
imperceptible, si se la compara con la altura del
firmamento.
5. Todo movimiento aparente que se percibe en los
cielos proviene del movimiento de la tierra, y no
de algún movimiento del firmamento, cualquiera
que fuere.
6. Lo que nos parece movimiento del sol no proviene
del movimiento de este, sino del movimiento de la
tierra y de nuestra esfera junto con la cual giramos
en derredor del sol, lo mismo que cualquier otro
planeta.
7. El movimiento aparentemente directo y retrógrado
de los planetas no proviene del momento suyo,
sino del de la tierra. Por consiguiente, el movimiento
de la Tierra basta por si solo para explicar
las aparentes anomalías de los cielos.
GLOSARIO
Muellemente: Blandamente, suavemente.
Salmo: Cada uno de los cánticos o cantos sagrados
del pueblo hebreo.
Historia Universal I Material de Apoyo
73
El humanismo del renacimiento no es solamente el
amor y el estudio de la sabiduría clásica y la demostración
de su concordancia fundamental con la verdad
cristiana, sino también y, más que nada, la voluntad
de renovar tal sabiduría y entenderla en su efectiva
realidad histórica. Por primera vez se presenta en el
humanismo la necesidad de reconocer la dimensión
histórica de los acontecimientos, misma que se refleja
en un renovado interés en la ciencia política y las normas
de gobierno... La necesidad de descubrir en el
hombre como ser terrestre, inserto en el mundo de la
naturaleza y de la historia y capaz de forjar por sí mismo
su destino. El hombre al que se reconoce este
valor es un ser racional finito y cuya pertenencia a la
naturaleza y a la sociedad no es un una condena, sino
un instrumento de libertad, merced a lo cual puede
realizar en la naturaleza y entre los hombres su formación
propia y su libertad.
Por último, forman también parte del humanismo
renacentista el concepto de la función civil de la religión
y de la tolerancia religiosa.
En Italia, el nuevo espíritu de iniciativa y libertad suscitado
por el renacimiento y el humanismo daba sus
frutos en la ciencia.
GLOSARIO
Concordancia: Relación de correspondencia entre distintas
opiniones. En el texto implica el entendimiento
entre dos formas culturales: el cristianismo
y el mundo clásico.
Ser racional finito: Dentro de la lectura corresponde a
los atributos principales del ser humano.
Tolerancia: Implica el respeto a las distintas opiniones
dentro de una comunidad.
EL HUMANISMO RENACENTISTA
Nicolás Abbagnano
Historia de la Filosofía, vol. 2, Madrid, Ariel, 1978, p. 10-14.
Material de Apoyo Historia Universal I
74
Pinturas medievales varias.
Historia Universal I Material de Apoyo
75
La creación del hombre
Figura de Adán. Miguel Angel Buonarroti. Capilla Sixtina, Roma.
Material de Apoyo Historia Universal I
76
El nacimiento de Venus
Sandro Boticelli. Galería de los Uffizi. Florencia.
Historia Universal I Material de Apoyo
77
La madona del Gran Duque
Rafael Sanzio. . Galería Pitti, Florencia.
Material de Apoyo Historia Universal I
78
ARQUITECTURA
Pórtico del Hospital de los inocentes,
Brunelleschi, Florencia.
Historia Universal I Material de Apoyo
79
I. Lectura y análisis
Lee la lectura anexa sobre “La Reforma” y contesta
el siguiente cuestionario:
1. ¿Cuál fue la importancia de la Reforma para
la conformación de la Europa moderna?
2. Explica cómo se puede dividir a Europa a
partir de la Reforma.
II. Espacio y tiempo históricos
1. Hacer una cronología con los siguientes acontecimientos:
− Publicación del Elogio de la Locura de Erasmo
de Rotterdam
− Colocación de las 95 Tesis de Lutero en
Wittemberg
− La Dieta de Worms.
− Guerras religiosas en Alemania
− Fundación de la Compañía de Jesús
− El Concilio de Trento
− Guerras religiosas en Francia
2. Lectura del mapa sobre la pluralidad religiosa de
la Europa del Siglo XVI (anexo)
3. Explicación del cuadro sobre la división del mundo
cristiano (anexo)
III. Actividades de profundización y refuerzo del
tema
1. Elaboración de un vocabulario con los siguientes
términos:
− Indulgencias.
− Predestinación.
− Excomunión.
− Inquisición.
2. Investigación biográfica sobre los siguientes personajes:
− Juan Huss
− Tomas Muntzer
− Martín Lucero
− Juan Calvino
− Ignacio de Loyola
− Enrique VIII
− Enrique IV
3. Investigación sobre el número de adeptos existentes
en la actualidad de las siguientes religiones:
− católica
− protestante
− budista
− islámica
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número diecinueve
Material de Apoyo Historia Universal I
80
A principios del siglo XVI la Iglesia suele aparecer como
una institución pletórica pero fatigada cuyos abusos
eran cada vez más denunciados por los laicos. Es el
fin de la unidad de la religión que impregnaba y
enmarcaba toda la vida de los europeos. A partir de
ese momento hay una Europa protestante y una Europa
católica Entre 1517 y 1570 amplios sectores geográficos
escaparon al control de la Iglesia Católica con
lo que se creó una oposición entre la Europa mediterránea
y latina y la Europa protestante del norte y noroeste.
A pesar del mantenimiento de numerosas relaciones
entre ambos bloques, cada uno de ellos elaboró
después de 1560 una cultura original que pasó a
muchas generaciones de fieles.
La Reforma no conservó su unidad inicial, sino que se
fragmentó en tres tendencias (luteranismo, zuiglo-calvinismo
y anglicanismo) que se enfrentaron, a veces
con dureza, entre 1550 y 1620.
GLOSARIO
Laicos: Los creyentes que no tienen un cargo dentro
de la jerarquía eclesiástica.
Pletórica: Plena, rebosante.
Tendencias: El término se emplea dentro del texto
para definir tres distintas concepciones de la
Reforma con base en los principios doctrinales
y teológicos de sus líderes.
LA REFORMA
Bernard Vogler
Bernard Vogler “La crisis religiosa del siglo XVI y la Reforma” en Historia Universal Moderna y Contemporánea,
Tomo 1, Barcelona, Salvat, 1986, p. 96-97.
Historia Universal I Material de Apoyo
81
MAPA
Material de Apoyo Historia Universal I
82
CUADRO
Historia Universal I Material de Apoyo
83
“El otro medio de que un ciudadano llegue a ser príncipe,
sin maldad ni violencia alguna, es el del favor y la
asistencia de los conciudadanos, y a este principio se
le puede llamar civil No es necesario para conseguirlo
no gran fortuna ni verdadero genio, sino refinada astucia.
Se alcanza o por el favor del pueblo o por el de
los magnates, porque en todas las ciudades hay dos
tendencias que tienen su origen: una en no querer el
pueblo que le opriman los poderosos y otra en desear
éstos dominar al pueblo... el principado lo fundan el
pueblo o la nobleza, según la ocasión de que puede
disponer cada uno de estos bandos; porque cuando
los magnates no pueden dominar al pueblo, aumentan
la fama de cualquiera de ellos y lo eligen príncipe
para, a su sombra, satisfacer mejor sus deseos de
dominación...
«El que llega ser príncipe con el auxilio de los nobles,
se mantiene en el poder con más dificultad que el que
debe el principado al pueblo, por estar rodeado de
magnates que se creen iguales a él y le quitan la libertad
de acción y mando, pero el que asciende al principado
por el favor popular, encuéntrase solo en el poder
y ninguno, o muy pocos de los que están a su lado
dejan de mostrarse dispuestos a obedecerle...
«Suelen peligrar los principados al pasar del régimen
liberal absoluto, sobre todo si el príncipe ejerce el mando
no personalmente, sino por medio de magistrados.
En este caso su situación es más débil y arriesgada
por estar entregado a la discreción de los ciudadanos
que desempeñan las magistraturas. Entonces el príncipe
no tiene tiempo ni medios de apoderarse de la
autoridad absoluta, porque la costumbre de los ciudadanos
de obedecer a los ministros impedirá que le
sirvan personalmente y no tendrá de quién fiarse en
momentos de tanta incertidumbre...
Por ello un príncipe prudente debe gobernar de modo
que sus súbditos en todo tiempo y circunstancia necesiten
de su autoridad y siempre le sean fieles.”
GLOSARIO
Liberal: El sentido de la palabra en esta lectura es
generoso.
Contenidos temáticos
Surgimiento de los Estados monárquicos europeos: Francia, Inglaterra y España.
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número veinte
I. Análisis y lectura
1. Proponemos como lectura de introducción al tema, pensando en la ubicación cronológica del mismo (siglo
XVI) dentro del programa, un fragmento del capítulo IX de El príncipe de Nicolás Maquiavelo, pues en él se
pueden ver los gérmenes del pensamiento absolutista.
Instrucciones: Lee con atención el siguiente texto, subraya aquellas palabras que no conoces su significado y
encuentra cuál es el tema central de la lectura. Al efectuarla ten como antecedente las características del
sistema feudal y el surgimiento de las ciudades y la definición de humanismo de la lectura de Nicolás Abbagnano.
2. Investiga y ubica en un mapa de Europa cuáles eran las monarquías absolutas en los siglos XVI y XVII.
CAPÍTULO IX
DE LOS PRINCIPADOS CIVILES
Nicolás Maquiqvelo
“El príncipe», en Obras Políticas de Nicolás Maquiavelo, La Habana, Editorial de Ciencias sociales, 1971
pp. 332-334.
Material de Apoyo Historia Universal I
84
Desde el comienzo de la época del descubrimiento a
finales del siglo XV hasta el fin del siglo XVIII, todos
los gobiernos de Europa occidental, a excepción de
Holanda, prosiguieron una política que se ha llamado
mercantilismo. Este era en esencia el nacionalismo
económico. Mientras los monarcas de las nuevas naciones
consolidaban su poder político, también trataban
de unificar y centralizar sus economías nacionales.
Se hicieron esfuerzos para uniformar las monedas,
los pesos y las medidas, el comercio interno se
estimuló con los avances en las comunicaciones, y
con la reducción o eliminación de las tarifas internas.
Sin embargo, estos esfuerzos tuvieron éxito de manera
parcial; se concedió mayor atención a la ampliación
de la economía de cada nación a costa de los Estados
vecinos. La teoría mercantilista suponía, en primera
instancia, que el oro y la plata eran la verdadera medida
de prosperidad y poder nacionales. Creían que estos
metales, además de ser medios apropiados de intercambio,
podían comprar cualquier cosa, bienes de
consumo, ejércitos, armadas y personal administrativo.
La buena suerte de España en México y Perú su
prosperidad e influencia en el siglo XVI, sin duda reforzaron
este argumento. Sólo España fue lo suficientemente
afortunada en encontrar el oro y la plata
de manera directa. Todos los otros Estados tuvieron
que idearse medios alternos para adquirir estos metales
preciosos. El mecanismo preferido era buscar
una balanza favorable de comercio. La importación
de costos productos manufacturados se estimuló debido
a las altas tarifas, mientras que la exportación de
productos era estimulada hasta con subsidios si era
necesario. Lo contrario ocurría en relación con materia
prima barata. El objetivo nacional era comprar a bajo
precio y vender caro. Las colonias se convirtieron en
fuente de materia prima y base de mercado para los
productos manufacturados. Pero a las colonias no se
le permitía competir con los fabricantes y navegantes
de la madre patria. Se defendía a la fuerza marítima
para que protegiera a las colonias. En ocasiones, los
comerciantes ejercían una estricta regulación sobre los
fabricantes de una nación con el interés de mantener
la reputación por la alta calidad de sus productos en el
exterior. Esta fase del mercantilismo alcanzó la cima
en Francia en el siglo XVII, con el ministro de finanzas
de Luis XIV, Colbert. Solo hasta la última parte del
siglo XVIII, el economista Adam Smith y los fisiócratas
franceses comenzaron a cuestionar la creencia en la
validez en los principios mercantilistas y a preparar el
terreno para la época de la filosofía de “laissez faire” o
de libre comercio.
Contenidos temáticos
Las grandes expediciones geográficas y las nuevas rutas comerciales.
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número veintiuno
I. Lectura y análisis
1. Forma 10 equipos de trabajo y reparte las lecturas sobre el tema que se adjuntan.
2. Solicita que realicen un resumen de las ideas más importantes.
3. Con base en las lecturas, contesta de manera individual el crucigrama que se encuentra al final de este
ejercicio.
II. Actividades de profundización y refuerzo del tema
Elaboración de un vocabulario con los siguientes términos:
− Mercantilismo −Monopolio −Proteccionismo −Subvenciones −Arancel −Balanza comercial
− Marina mercante −Restricción
Ubicación de los personajes mencionados.
Busca en una enciclopedia los datos biográficos de Colbert, Luis XIV y Adam Smith.
MERCANTILISMO
John B. Harrison et al
Tomado de Estudio de las civilizaciones occidentales, McGraw Hill, 1994, vol. I, p. 354.
Historia Universal I Material de Apoyo
85
Luis XIV fue un hombre afortunado al contar en la
primera mitad de su reinado con el prestigio
administrador de finanzas Jean Baptiste Colbert (1619-
1683). Este era un ambicioso escalador social
extraordinario, que se había dado cuenta de que por
su origen burgués, la única posibilidad de prosperar
era mediante servicios indispensables prestados al rey.
Era una máquina de eficiencia, un trabajador incasable,
supervisaba los innumerables detalles de la economía
francesa.
Su primera y probablemente más difícil tarea fue
equilibrar el presupuesto nacional, que venía siendo
mal administrado durante los tiempos de Richelieu y
de Mazarino. Se restableció la cuidadosa contabilidad
que había instaurado Sully tres cuartos de siglo antes.
Se cancelaron algunas de las deudas que el gobierno
había contraído a intereses exorbitantes; para otras se
redujo su tasa de interés. Los recaudadores de
impuestos deshonestos fueron despedidos y
castigados.
Con Colbert el mercantilismo alcanzó su cima: la
industria francesa fueron protegidas por tarifas
respectivas; las exportaciones y nuevas industrias
fueron subsidiadas, mientras se economizaban materia
prima rigurosamente. Se promovieron
considerablemente las actividades del Imperio y
comerciales en la India y Norteamerica. Colbert
construyó una gran fuerza naval para proteger su
creciente Imperio y el comercio generaba. Colbert no
se detuvo en estas tradicionales prácticas
mercantilistas; con el fin de ganar una reputación
internacional por la constante buen calidad de los
productos franceses, resolvió que toda la manufactura
debía sujetarse a una detallada regulación y
supervisión. La calidad y color de cada hebra se tenía
en cuenta para cada hebra se tenía en cuenta para
cada pulgada de los textiles y bordados. Un verdadero
ejército de inspectores estaban encargados de hacer
cumplir las reglamentaciones. Esta política extrema
de mercantilismo, el soporte económico al absolutismo,
se ha dado en llamar colbertismo. Logró su propósito
inmediato en cuanto a calidad y reputación, pero no
estimuló la iniciativa y retrasó el desarrollo industrial.
Es destacable que Colbert hubiera logrado equilibrar
el presupuesto y mantener una prosperidad económica,
teniendo en cuenta los despilfarros de Luis XIV, como
la construcción del castillo de Versalles. Cuando murió
en 1683, las guerras adelantadas por Luis
prácticamente destruyeron la obra del ministro. Varios
países de Europa imitaron las políticas y técnicas
utilizadas por Colbert durante el último periodo del siglo
COLBERT Y LA ECONOMIA FRANCESA
John B. Harrison et al
Tomado de Estudio de las civilizaciones occidentales, McGraw Hill, 1994, vol. I, pp. 6-8.
Material de Apoyo Historia Universal I
86
XVII y gran parte del XVIII.
A lo largo de los siglos XVI y XVII encontramos a las
grandes compañías comerciales privilegiadas que
monopolizaban el comercio con regiones diferentes;
ellas fueron las primera que usaron en gran escala la
organización por acciones, típicamente capitalistas.
Entre los grandes monopolios comerciales de aquel
tiempo se cuenta los Mercaderes Aventureros, las
Compañías de la Tierra de Oriente, la Compañía
Moscovita y la Compañía de la Indias Orientales, que
era la más importante. El comercio que efectuaban
estas compañías y los mercaderes independientes era
todavía, en gran parte, un comercio de intermediarios.
Se dedicaban al mismo comercio de entepót (Depósito)
que había enriquecido a Génova, Venecia y Holanda.
Este negocio de acarreo muestra la naturaleza del
capitalismo comercial en su más pura esencia. Sin
embargo, no tardó en complicarse con una forma más
avanzada de comercio que implicaba la exportación
de las manufacturas mismas del país.
La localización se convirtió en un arma importante para
mitigar los azares del comercio. Rara vez fueron
suficientes los esfuerzos de los comerciantes y de las
compañías para conseguir el dominio de las lejanas
regiones con las cuales comerciaban, y tenía que
complementarlo el poder del estado, a cuyo
fortalecimiento contribuían en tan gran medida. Los
vínculos entre los intereses comerciales y el estado se
estrecharon más, por lo tanto, y la atención de la política
estatal se concentro cada vez más en los problemas
del comercio.
GLOSARIO
Colonias: Territorios de América Latina, África y Asia
que perdieron su autonomía por la invasión de
las potencias europeas entre los siglos XVI y
XVIII.
Laissez faire laissez passer: Literalmente Dejar hacer,
dejar pasar. Es la premisa del liberalismo
económico.
Manufactura:
Monopolios comerciales:
MONOPOLIOS
Eric Roll
Tomado de Historia de las doctrinas económicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, pp. 59-60.
Historia Universal I Material de Apoyo
87
CRUCIGRAMA
Con base a las lecturas “Mercantilismo”, “Colbert y la
economía francesa” y “monopolios” resuelve lo
siguiente:
Horizontales:
1. Nombra el sistema económico que precedió y
preparó el terreno al capitalismo industrial moderno.
2. La expansión del comercio promueve la búsqueda
y descubrimiento de:______ ______ _______ .
3. El p___ es un conjunto de medidas adoptadas para
regular la circulación de moneda y de mercancías.
Evita la competencia.
4. La promoción de las exportaciones y reducción de
importaciones permite la presencia de una _____
5. _________ favorable.
6. ¿En qué región de Europa se inicia el desarrollo
del capitalismo comercial?
Verticales:
1. Nombre y primer apellido del marino que partió
del Puerto de Palos el 3 de agosto de 1492 en
busca de una nueva ruta hacia Oriente.
2. Organizaciones que sirvieron de apoyo a los
estados para aumentar su comercio y su ingreso.
Son los m______.
3. La búsqueda de ______ ______ fue el principal
objetivo de los descubrimientos de rutas marítimas.
4. La principal figura comercial de la etapa
denominada mercantilista: (en plural)
5. Uno de los principales teóricos del mercantilismo
fue:
6. Durante el desarrollo del mercantilismo se fortaleció
la institución política que hasta la fecha recibe el
nombre de:
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CRUCIGRAMA
Historia Universal I Material de Apoyo
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La depredación de los bienes de la Iglesia, la enajenación
fraudulenta de las tierras del dominio público, el
saqueo de los terrenos comunales, la metamorfosis,
llevada a cabo por la usurpación y el terrorismo más
inhumanos, de la propiedad feudal y del patrimonio
del clan en la moderna propiedad privada: he ahí otros
tantos métodos idílicos de la acumulación originaria.
Con estos métodos se abrió paso a la agricultura capitalista,
se incorporó el capital a la tierra y se crearon
los contingentes de proletarios libres y privados de
medios de vida que necesitaba la industria de las ciudades…
El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de
América, la cruzada de exterminio, esclavización y
sepultamiento en las minas de la población aborigen,
el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias
Orientales, la conversión del continente africano en
cazadero de esclavos negros: son todos hechos que
señalan los albores de la era de producción capitalista.
Estos procesos idílicos representan otros tantos
factores fundamentales en el movimiento de la acumulación
originaria. Tras ellos, pisando sus huellas viene
la guerra comercial de las naciones europeas, cuyo
escenario fue el planeta entero. Rompe el fuego con
el alzamiento de los Países Bajos, sacudiendo el yugo
de la dominación española.
GLOSARIO
Cazadero: En el texto, toma el sentido de coto de
caza, lugar reservado para cazar.
Depredación:
Indias Orientales:
Procesos idílicos:
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número veintidos
I. Lectura y análisis
1. Lee con atención los siguientes textos.
2. Señala con rojo las ideas principales.
3. Da tu propia definición de lo que entiendes por acumulación originaria.
II. Espacio y tiempo históricos
1. A partir del mapa que se anexa (Rius, La Trukulenta Historia del Kapitalismo):
Explica en qué consistió el triángulo del comercio y de qué forma propició la formación del mercado mundial,
señalando el papel de América en este proceso.
LA ACUMULACIÓN ORIGINARIA
Karl Marx
Tomado de El Capital, trad. de Wenceslao Roces, México, Fondo de Cultura Económica, 1959, tomo I, p. 624
y 638.
Material de Apoyo Historia Universal I
90
Los descubrimientos geográficos y el sistema colonial
que subsiguió a éstos cambiaron radicalmente la situación
política y económica de la Europa occidental,
tanto en las relaciones de poder entre los diversos países
como en el interior de los mismos. Las ventajas
más considerables correspondieron a los países atlánticos:
éstos, favorecidos por su posición geográfica,
arrebataron el monopolio comercial a los mediterráneos,
en especial a las ciudades marítimas italianas;
siendo también una causa decisiva de la decadencia
de Cataluña a partir del siglo XVI. La explotación
de las colonias y el enorme incremento de los
intercambios contribuyeron de modo determinante al
auge de las clases burguesas y mercantiles, que acumularon
los medios financieros necesarios para reorganizar
en gran escala los procesos productivos... Algunos
sectores sociales se beneficiaron de la llamada
´revolución de los precios‘, causada por la aportación
a Europa de las ingentes cantidades de metales preciosos
procedentes de la América española. El descenso
del poder adquisitivo de la moneda y por consiguiente
el considerable aumento de los precios se produjo
a costa de quien sólo podía contar con un salario
o con unas rentas fijas y en provecho de los empresarios
y comerciantes. También en el agro los labradores
asalariados padecieron el aumento de los precios,
mientras que los propietarios y arrendatarios obtuvieron
considerables ganancias en aquella situación. Ello
significó entre otras cosas la crisis definitiva del feudalismo,
ya que los grandes señores feudales entonces
solían arrendar gran parte de sus tierras mediante contratos
a largo plazo. Recibieron un gran impulso los
centros comerciales como Lisboa, Sevilla, Amsterdam
y Amberes. Esta última ciudad registró un notable desarrollo;
en ella se practicaba el comercio a gran escala
y se efectuaban cuantiosas operaciones financieras
sin ninguna clase de limitaciones. Justamente en
Amberes, hacia finales del siglo XV, se construyó especialmente
con este fin un centro de contrataciones,
el llamado palacio de la Bolsa. La llegada de metales
preciosos de las colonias a países técnicamente menos
dotados y casi faltos de una burguesía emprendedora
y comerciante, como España y Portugal, les reportó
una prosperidad enteramente efímera, ya que
las riquezas tomaron pronto el camino de Europa septentrional,
donde la concentración de los capitales hizo
surgir fuerzas nuevas que ejercieron una gran influencia
sobre la evolución de los Estados y de la sociedad.
GLOSARIO
Sistema colonial
Operaciones financieras
Arrendatarios
LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS
Y EL SISTEMA COLONIAL
Tomado de Historia Universal, México, Uteha-Noguer, 1982, tomo VI, pp. 879-880.
Historia Universal I Material de Apoyo
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Material de Apoyo Historia Universal I
92
LA EXPANSIÓN EUROPEA DEL SIGLO XVI. Europa
inició, a mediados del siglo XV, un período de expansión
demográfica y económica que se prolongó a lo
largo del siglo XVI; entró luego en un período de crisis
y posterior recuperación en el siglo XVII. En la denominada
Edad Moderna, Europa continuó siendo una
sociedad eminentemente rural, que, conservaba muchos
rasgos de la época anterior; sin embargo, conoció
una serie de transformaciones económicas (desarrollo
del capitalismo comercial), sociales (desarrollo
de la burguesía), políticas (reforzamiento del poder de
los estados) e ideológico-religiosas (reformacontrarreforma)
que anunciaban ya una sociedad distinta,
con rasgos capitalistas. De ahí que este período
sea considerado el de la transición de la sociedad feudal
a la sociedad capitalista.
Ejercicios y sugerencias de aprendizaje número veintitres
I. Lectura y análisis
A partir de la lectura que se anexa, realiza las siguientes actividades:
1. Define los siguientes conceptos: Edad Moderna, Sociedad rural, Mundo cristiano de Occidente y Renacimiento.
2. Elabora una lista de los motivos económicos, políticos y tecnológicos, políticos y religiosos que propiciaron
la expansión europea.
3. Elabora un mapa conceptual del tema con la información del texto y la que el profesor pueda aportar.
II. Espacio y tiempo históricos
1. Señala en un mapa de Europa (sin nombres) las naciones que llevaron a cabo la expansión en esta época.
2. Señala en un planisferio los viajes y descubrimientos de fines del siglo XV y principios del XVI.
3. Señala con colores distintos los viajes de exploración de portugueses, españoles y franceses a partir del
mapa.
LA EXPANSIÓN EUROPEA DEL SIGLO
XVI
T. Casanelles et. Al
Historia de las civilizaciones 1; Barcelona, Teide, 1989, pp. 214-216.
CAUSAS QUE IMPULSARON LOS DESCUBRIMIENTOS.
A finales del siglo XV y en las primeras décadas
del siglo XVI, el descubrimiento de nuevos territorios y
de nuevas rutas comerciales por parte de Portugal y
del reino de Castilla y, posteriormente, por Holanda,
Inglaterra y Francia, ampliaron enormemente los horizontes
de los europeos. Con ello, Europa inició un
período de expansión que en los siglos posteriores le
aseguró el dominio económico, político y cultural sobre
el resto del mundo. Veamos a continuación los
principales motivos que condujeron a los europeos a
la realización de tales empresas.
Historia Universal I Material de Apoyo
93
LOS MOTIVOS ECONÓMICOS. El mundo cristiano
de occidente consumía una gran cantidad de especias
(pimienta, canela, clavo, nuez moscada, jengibre) y
productos de lujo (seda, perfumes, perlas, marfil). Estas
mercancías procedentes de China, India u otros países
asiáticos llegaban al Próximo Oriente por tierra
(ruta de la seda) o por mar (ruta de especias). En el
Próximo Oriente, los árabes las vendían a los
venecianos, quienes la revendían, a su vez, a los mercaderes
de los diversos países europeos. La intervención
de tales intermediarios encarecía mucho el precio
final de las mercancías. De ahí el deseo de encontrar
una nueva ruta con la que asegurar el comercio directo
con los países asiáticos y obtener los altos beneficios
que generaba. Otro de los motivos económicos
fue la falta de oro con el que respaldar el creciente
comercio europeo. Como las minas europeas empezaban
a agotarse, las explotaciones del litoral africano
abrieron la posibilidad de acceder a una parte del oro
del Sudán.
LOS MOTIVOS CIENTÍFICOS Y TÉCNICOS. El espíritu
del Renacimiento y la difusión de la imprenta propiciaron
el conocimiento y la divulgación de las obras
de los filósofos de la época clásica, como Platón y
Aristóteles, o de los geógrafos y astrónomos, como
Eratóstenes y Ptolomeo, defensores de la esfericidad
de la Tierra. Asimismo, el progreso técnico en la perfección
de los instrumentos de navegación, brújula,
timón, astrolabio y cartas de navegación, permitió
emprender largos viajes. También se incorporaron notables
mejoras técnicas en las naves de la época, la
carabela y la nao, preparadas para realizar largos trayectos
y travesías a mar abierto.
LOS MOTIVOS POLÍTICOS Y RELIGIOSOS. La
mayoría de las expediciones fueron apoyadas y financiadas
por las monarquías autoritarias de la época,
ya que así podían obtener elevados ingresos derivados
del tráfico comercial y de la explotación económica
de los territorios conquistados. Por otra parte,
la posibilidad de difundir el cristianismo también
alentó el espíritu de conquista y la colonización, a la
vez que facilitó el dominio de los nuevos territorios.
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